Minas Tirith: Ciudad de Reyes

sábado, 30 de octubre de 2010

Los versos de Miguel Hernández inundan la red

Bueno, un excursus que nada tiene que ver con el sentido general del blog, y que me ha hecho robarle diez minutos al puente. Hoy es día 30 de octubre de 2010, y mis muchos amigos en la blogosfera me llaman la atención sobre la Efeméride: hoy se cumplen CIEN AÑOS del nacimiento del poeta Miguel Hernández. La iniciativa Los versos de Miguel Hernández inundan la red - convocada por el portal leer.es y los blogs A pie de aula, Blogg@ando, Re(paso) de lengua y Tres tizas - pretendía que cada colaborador de blogs, wikis, tweets o redes sociales tuviera hoy un minuto de recuerdo para este tremendo escritor y maravilloso poeta, y compartiera con los internautas alguno de sus versos o poemas. A él va dedicado este breve post, desde mi humilde espacio. Por Miguel Hernández: "El niño yuntero", de El viento del pueblo (1936-37). Un abrazo a todos.


Miguel Hernández, 30 de octubre de 1910 - 28 de marzo de 1942.

viernes, 29 de octubre de 2010

Reportajes galácticos y Crónicas mundanas


Hoy hablaremos de periódicos. Sobre el vídeo, lo de la música no es cosa mía, antes de que empecéis a despotricar, ya venía en el Youtube: sobreponeos a la Kate Perry y a los chistes sobre su apellido, y fijaos como funciona una redacción hoy en día, en este caso, la del diario digital ADN.

Hace poco estudiamos con vuestros compañeros de 3º E.S.O. los distintos géneros informativos. Hicimos la distinción entre los objetivos y los subjetivos: en los primeros, se enuncian los hechos noticiables, sin la opinión que estos les merecen a los periodistas o el periódico como institución o empresa; en los segundos, sí se expresa este punto de vista y posicionamiento. En total estudiamos ocho tipos de géneros informativos. Los cuatro primeros pertenecen a los géneros objetivos: las NOTICIAS, a las que ya dedicamos un post anterior; las ENTREVISTAS; los REPORTAJES y las CRÓNICAS. Esta entrada estará dedicada a la distinción entre estos dos últimos: los reportajes y las crónicas. Después de explicar ambos conceptos, los ejemplificaremos con una obra que ya empleamos en mayo, Los príncipes demonio de Jack Vance, aunque me referiré específicamente a su parte III, “El Palacio del Amor”; para la crónica, enlazaré a una aparecida en El País, probablemente, dejando de lado afinidades ideológicas, una de las más prestigiosas cabeceras en lengua castellana a nivel global.

Empecemos. Un reportaje es la extensa y concienzuda narración de un acontecimiento de interés. Es el más atemporal de los géneros periodísticos objetivos: el reportaje no tiene por que referirse a un suceso actual o reciente. Además de su superior extensión, se aleja de una noticia – un género más simple y rápido – en el mayor apoyo con elementos que secunden al texto: un reportaje empleará fotografías, gráficos, mapas, entrevistas, citas y, desde que todos los periódicos del mundo se asomaron a Internet con sus ediciones digitales, música, vídeos, enlaces a otras webs, animaciones, fuentes... todo ello, en apoyo del texto, más elaborado y de mayor “altura” por parte del reportero.

¿Cómo podemos encajar este concepto de la prensa escrita en una obra de ciencia-ficción?. En el tercer libro de la saga Los Príncipes Demonio, la primera de las obras del género que leí, la trama gira en torno a un reportaje. El autor, el estadounidense Jack Vance, había cursado estudios de Periodismo, y sabía de qué hablaba cuando hizo que el protagonista de la serie, Kirth Gersen, se camuflara bajo el disfraz de un reportero. En efecto, tras salir airoso del episodio del secuestro en Intercambio en el libro anterior – “La máquina de matar” –, Kirth Gersen se había hecho, mediante una sonada estafa, con una cantidad monstruosa de dinero. Gracias al apoyo del que pronto será su mejor amigo y consejero, llamado Jehan Addels, Gersen prepara un plan para lograr llegar hasta el tercer Príncipe Demonio de su lista: Viole Falushe. Para ello, Addels compra para Gersen una de las revistas más antiguas del Oikumene, la venerable Cosmópolis – algo así como la revista Time de la Galaxia en la imaginación de Vance –, y le logra a su amigo un puesto como reportero, con plenos poderes para elegir sobre qué tema escribir. Como veis, se cumple la condición de atemporalidad: en su entrevista con el redactor-jefe, a Gersen ni se le insinúa que debería escribir sobre algo que haya pasado recientemente: con un reportaje, basta con que sea de interés para los lectores. Y Kirth Gersen, decidido a tenderle una trampa al odioso criminal, anuncia que va a escribir un reportaje sobre, precisamente, el tercer Príncipe Demonio, Viole Falushe. Más adelante, Kirth Gersen, en su papel de reportero, conversará así con uno de los criminales más poderosos y despiadados del Oikumene:

- ¿Por qué no permitir que Cosmópolis presente los hechos auténticos? - dijo Gersen - . No cabe duda de que le debe una declaración a los habitantes del Oikumene, que se hallan fascinados por sus hazañas, las aprueben o no.

- No, creo que no – dijo Viole Falushe -. Un reportaje de tales características parecería una explosión de vanidad, o peor, una apología falseada. Básicamente, soy un hombre modesto.

- Pero, ¿no es también un artista?

- Por supuesto. En la escala más noble y más auténtica. […] Me atrevería a decir que soy tal vez el más grande artista de la historia. Mi tema es la Vida; mi medio, la Experiencia; las herramientas, el Placer, la Pasión, la Contundencia, el Dolor. Recreo una ambientación total que inunda toda la entidad. Es una descripción racional de mi propiedad, conocida popularmente como el Palacio del Amor.

- ¡Precisamente lo que le gustaría conocer a las gentes del Oikumene! - aprobó Gersen -. Más que publicar un vulgar artículo escandaloso como éste – Gersen golpeó la fal

sificación con el reverso de la mano -, a Cosmópolis le gustaría que usted explicara sus tesis. Queremos fotografías, mapas, muestras de olores, impresiones sonoras, ilustraciones... y sobre todo, queremos su análisis de experto.

-Es posible, es posible.

-Bien. Sería preciso que nos viéramos. Dígame el lugar y la hora, y allí estaré.

-¿El lugar? ¿Puede haber otro? El Palacio del Amor. Cada año recibo a un grupo de invitados. Usted formará parte del próximo, y también el viejo loco Navarth.

VANCE, Jack. Los príncipes demonio 1. Barcelona, Martínez Roca, 1988. Página 402.

Como veis, Kirth Gersen, interpretando su papel de reportero para engañar al criminal, pretende redactar un artículo, un reportaje. Ha elegido un tema de interés para el público, sus potenciales lectores, como el Palacio del Amor, la propiedad legendaria del maníaco Príncipe Demonio Viole Falushe. No es un hecho de actualidad en el Oikumene, la galaxia donde se producen los acontecimientos. Además de la pormenorizada extensión del texto que se propone escribir, Gersen requiere más elementos que apoyen su historia: sonidos, olores, ilustraciones, fotografías... Si queréis saber si finalmente logra escribir ese reportaje y qué les sucede a Gersen y a ese personaje inolvidable y chifladísimo de Navarth, no os perdáis el libro de Los Príncipes Demonio.

En cuanto a la CRÓNICA, se trata de una descripción cronológica, detallada y pormenorizada de una noticia reciente y de importancia. La crónica requiere de un enviado especial o corresponsal del periódico; en clase hablamos que, para escribir la mayoría de las noticias, las redacciones de los periódicos obtienen la información de agencias que les sirven los “contenidos” y, a partir de esos elementos – ya sabéis, qué ha ocurrido, a quién, dónde, etc. - , ellos redactan las noticias. Algunas agencias famosas son EFE, Associated Press o Reuteurs. En el caso de la crónica, sin embargo, el periódico envía literalmente a uno de sus periodistas a trabajar en la historia, en el acontecimiento, en la noticia. El periodista trabajará después en una narración de los hechos, tal y cómo han sucedido cronológicamente. Es lícito que, además de la exposición de los mismos, deje entrever parte de su posición u opinión al respecto, pero si la manifiesta abiertamente, pasa a ser entonces un artículo de opinión o subjetivo.

El ejemplo que os he traído versa sobre un tema del que sin duda habéis oído hablar pero que os interesará, me temo, más bien poco o nada: los cambios que hubo en el Gobierno hace pocos días. Sin embargo, cuando lo leí, me pareció un inmejorable ejemplo de crónica. Se titula “La conspiración de Ponferrada”. Olvidad que va sobre un tema tan ruin como la política y los movimientos ministeriales, y fijaos en la narración de “qué ocurrió” durante aquellos tres días hasta que se produjo la noticia de los cambios en el Gobierno de Zapatero. El redactor de El País, llamado Javier Casqueiro, trabajó sin duda a fondo para recabar todos los datos con los que completar su crónica; que no os quepa duda que hubo horas de esquemas, llamadas telefónicas, confirmaciones o hipótesis hasta que se sentó al teclado y escribió esta hermosa crónica. La prosa política, por tratar de tema a veces tan viscoso, no tiene por qué renunciar a la excelencia literaria. Los comentaristas políticos de los medios de comunicación más reputados tienen enorme prestigio en la tradición de las democracias occidentales y ejercen – o lo intentan - de necesario contrapoder, vigilantes ante excesos del Sistema. El trabajo de unos reporteros del Washington Post hizo dimitir al presidente Nixon, al que muchos de vosotros conocéis como la malvada cabeza en la urna de Futurama. En España, nos incorporamos al panorama periodístico moderno desde la Transición, a la muerte de Franco, y desde entonces, el trabajo de medios como, entre muchos otros, El País nos ha reportado un estatus de reconocido prestigio entre los hablantes de lengua castellana. Por tanto, pese a que no os interese el tema, no dejéis de valorar un buen ejemplo de crónica periodística: “La conspiración de Ponferrada”.

Y con ésta, se acabaron las entradas por octubre. Pasad buen puente, hasta el martes.

jueves, 28 de octubre de 2010

Islas desiertas: no sólo Robinson Crusoe

El libro del que hablaremos hoy tiene mucho que ver con la lectura que recientemente han empezado vuestros compañeros de 2º de ESO: Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. Clásico de aventuras universal, hito en la historia de la novela inglesa, leída y traducida en infinidad de idiomas... Muchas veces os llamo la atención sobre el éxito póstumo, el logrado cuando ya te has muerto – qué rabia debe dar eso – y no puedes saborear las mieles de tu triunfo. No fue, ya sabéis, el caso de la obra de Daniel Defoe, que fue tremendamente popular casi de inmediato. Viajemos un poco en el tiempo. Robinson Crusoe fue escrito en 1719. En 1874, es decir, más de un siglo y medio después, un escritor francés de 46 años había leído con gran pasión la novela de Defoe, y, siendo escritor él mismo, decidió realizar una novela “homenaje”, inspirada en el personaje de Robinson Crusoe. Ese escritor se llamaba Julio Verne, y éste, La isla misteriosa, es el primero de los – espero – muchos de sus libros del que os hablaré en este blog.

Como archiconocido y quizá fútil – bonita palabra – recordatorio, Robinson Crusoe nos narra la peripecia de un náufrago inglés que, tras hundirse su barco en una terrible tormenta en los mares tropicales del siglo XVII, queda atrapado en una isla desierta, donde sobrevivirá veintiocho años. Sus aventuras, narradas por él mismo en forma de “ficticio” - pero muy verosímil – diario personal que redacta Robinson, van desde la supervivencia de los primeros tiempos, sus esfuerzos por no volverse loco, sus distracciones, hasta el momento en que su isla deja de estar desierta.

Julio Verne fue un popularísimo autor de novelas de aventuras, nacido en Francia, y que escribió más de cincuenta obras. Admirador de la ciencia y de los avances, se le considera el padre de la ciencia ficción junto con Wells, otro gigante al que os presentaré en otra ocasión. Verne predijo avances que luego alcanzaría el inexorable progreso del siglo XX, pero que en sus tiempos fueron tomados a menudo por locuras o balbuceos dementes. No pretendía hacer ciencia ficción, pero imaginó el futuro,

como más adelante hicieron Herbert, Dick, Asimov, Vance, Huxley o tantos otros. En su caso, acertó en muchas de sus predicciones, como con el helicóptero o el submarino; en otras, su imaginación no pudo anticipar el futuro y sus teorías son leídas hoy como ciencia ficción, una fantasía que no fue: os contaré solo la más célebre. Verne imaginó que el Hombre llegaría a la Luna, 104 años antes de que los norteamericanos lograran esa hazaña (De la terre à la lune, 1865). Acertó en el hito. Pero no en la forma en que se llevaría a cabo: en vez de un cohete espacial, imaginó un enorme cañón que dispararía literalmente una cápsula con los viajeros hasta la Luna. Ahí quedó el intento. Por suerte, los astrofísicos de la NASA no lo tomaron como texto de referencia.

Pues bien, Julio Verne leyó con gran placer Robinson Crusoe, el mismo libro que los de Segundo tienen que tener leído antes de estas Navidades, y decidió escribir su propia versión, a medio camino entre homenaje y refutación, del mito del naufragio y la isla desierta. En el caso de Verne, en vez de un único y solitario náufrago, como el sufrido Robinson – mira que llega a aburrirse el hombre... -, en La isla misteriosa llegan a sus costas cinco fugitivos de la Guerra de Secesión norteamericana. Después de hundirse su barco, todos se apelotonan en torno al protagonista, el valiente ingeniero Cyrus Smith, en el que el autor vuelca toda su admiración por los avances del saber científico. Sus detractores le acusan de unos personajes excesivamente idealizados, “falsos” que diríais vosotros: a mí, por suerte, aún no me molesta leer sobre buenos hombres.

Si os acercáis a este magnífico libro de aventuras, todo un clásico, veréis las enormes similitudes entre Robinson Crusoe y La isla misteriosa: la novela de Verne puede aparecer muy dignamente en un blog como éste. En sus páginas asistiréis a fenómenos inexplicables, que el buen Cyrus no puede entender de forma lógica. Más adelante, entrará en escena uno de los personajes legendarios de las aventuras de todos los tiempos: el capitán Nemo – el pescadito de la Pixar se lo copió a él, no al revés, que os veo –, al que el público conoció fascinado como capitán del submarino “Nautilus” en 20.000 leguas de viaje submarino. Su sola presencia en la novela, y la revelación sobre su pasado que ofrece a los lectores, basta sobradamente para incluirla dentro del género. Y, dada su fecha de publicación, en un honorífico lugar entre los precursores de tantas historias sobre el Futuro que vinieron después.

Todo está conectado. Parece uno de esos lemas de Crepúsculo, pero en este caso puede aplicarse muy bien también a la literatura. Inspiración. Admiración. Relectura, versión propia, Creación. Viva y cambiante. Se nota que disfruto con mi trabajo, ¿verdad?. Os veo en clase, disfrutad vuestro puente.



martes, 26 de octubre de 2010

Los elementos de la narración en "Sally" de Asimov.

A principio de curso, introdujimos a vuestros compañeros de 1º de ESO en el concepto de las NARRACIONES. En su nivel más simple, el que vimos con vosotros y que sólo os recuerdo a los demás, la narración es un texto en el que se explican los hechos que les ocurren a unos determinados personajes en un tiempo y espacio delimitados. El tema será precisamente qué les ocurrirá. Los personajes, a aquellos – ¿os habéis enterado que la R.A.E. ha fulminado la acentuación diacrítica en los demostrativos? - a los que les suceden esas cosas que explica el tema. El tiempo, cuándo les ocurrirá, y el espacio, dónde se desarrollarán los acontecimientos. Cuatro elementos básicos de las narraciones: tema, personajes, espacio y tiempo.

La estructura más simple es la siguiente: planteamiento, nudo y desenlace. En el planteamiento, se presentan los personajes, el tiempo y el espacio, y se presenta el tema o anécdota; en el nudo o desarrollo, sucede la anécdota, los hechos narrados, los problemas a los que se enfrentan los personajes. Por último, en el desenlace se resuelven los conflictos creados durante el desarrollo y se alcanza el final de la narración.

Además, en este primer momento distinguimos entre dos tipos de NARRADORES: primero, el narrador omnisciente o externo, que narra en 3ª persona gramatical sin participar en la historia, desde fuera y que sabe todo cuanto ocurre en la narración; segundo, el narrador protagonista o interno, que emplea la primera persona gramatical (yo, nosotros) e interviene en la historia, desde dentro.

Para ejemplificar este sencillísimo concepto os traigo un cuento de Isaac Asimov, patriarca de la ciencia ficción del que ya os hablé hace poco, hermoso, brevísimo y que puede ocuparos menos de una hora de vuestro tiempo, y depararos, creedme, un auténtico placer. Su título es “Sally”, y yo lo descubrí en la maravillosa recopilación El robot completo, editada en 2008 por Luis G. Prado, director de la editorial Alamut. Merece mención su labor, no sólo en esta obra, sino en cualquiera que lleve su sello: ciencia ficción de calidad, atendiendo no sólo a figuras consagradas, sino también a promesas, jóvenes, experimentales y auténticos outsiders; magníficas traducciones, una corrección impecable, libros hermosos en su formato... Reíros – sé que lo haréis, aunque no os invite XD -, pero los que amamos los libros agradecemos la labor de editores como Luis, que completan su labor con un contacto extraordinario con sus lectores y clientes. En fin, me desvío, como siempre. Decía que hoy os iba a hablar de este breve cuento de Isaac Asimov titulado “Sally” para ejemplificar los elementos de la narración.

“Sally” es un texto narrativo porque se nos cuenta qué les ocurre (tema) a unos personajes en un espacio y un tiempo determinados. Veamos, además, su estructura de planteamiento, desarrollo y desenlace al tiempo que somos más específicos.

En el planteamiento de su cuento, Asimov nos presenta a sus principales personajes: un agradable anciano llamado Jacob – o Jake – Folkers; un malvado empresario, el señor Gellhorn; una secretaria, la señora Hester, y, sobre todo, 51 coches-robots, inteligentes y automáticos, uno de los cuales se llama Sally – sí, tienen género diferenciado: los todoterrenos eran chicos y los descapotables, chicas, por ejemplo –. Se nos presenta el tema: el anciano Jake tiene una granja donde “cuida” de los coches-robots retirados o desechados. Se han convertido en piezas de coleccionista, y sus motores y cerebros positrónicos (la “mente” de los robots, tal y como los imaginó Asimov en la década de 1940: alucinante) son muy codiciados. El malvado señor Gellhorn – siendo un relato tan breve, Asimov va al grano: desde que abre la boca, se nota que es malo con malicia, a mala baba – quiere comprárselos, y el anciano Jake se niega y lo echa de allí.

También se nos presenta en este planteamiento el ESPACIO (esa especie de ONG para coches robots que Jake ha montado en su granja) y el TIEMPO (el futuro robótico que imagino Asimov: para que me entendáis, imaginaos Estados Unidos hacia el 2200, más o menos).

Pasemos al desarrollo o nudo, donde se producen los acontecimientos planteados antes: Gellhorn – el malo – no acepta la negativa de Jake y decide robarle lo que desea por la fuerza. Dos días después, se presenta con unos matones y, a punta de pistola, le obliga a llevarlo hacia los garajes donde descansan los coches-robots, inteligentes, automáticos, poseedores cada uno de su personalidad, sus manías, rarezas, gustos infantiles, tragedias... Sobre el resto de lo que ocurre en el desarrollo y todo lo que se resuelve en el Desenlace o Conclusión, eso es cosa vuestra. 15 páginas. Eso es todo. Un cuento al que realmente vale la pena asomarse, casi sin esfuerzo y sin apartaros demasiado tiempo de la misión de despoblar Italia con el Assassin's Creed o de ganar seis Champions con el Racing en el Fifa. Que ya os vale. Si le echáis un vistazo, desde la primera línea veréis que clase de narrador es, y encontraréis todos los elementos de la narración casi antes de pasar la página. ¿Seréis capaces, no? Hasta la próxima, salud a todos.

domingo, 24 de octubre de 2010

Los CRV entre Magos y Caballeros


Bien, estos días estamos refrescando con los compañeros de 3º y 4º los análisis sintácticos, tras ese acuerdo tácito compartido por todos, por el cual el inicio de curso aumenta progresivamente el ritmo, hasta entrar, más o menos hacia octubre, en la dinámica de auténtico trabajo. Bien, ya vislumbramos noviembre, así que las vacaciones han pasado definitivamente y tenemos que ponernos al trabajo cuanto antes: en el post de hoy hablaremos sobre un cuento de la Dragonlance, un pequeño relato de solo 29 páginas, y repasaremos gracias a él el análisis del Complemento de Régimen Verbal (CRV), que algunos quebraderos de cabeza os está provocando estos días. Como en los hospitales, empezaremos por la parte “menos buena”.

Vuestro libro nos define el Complemento de Régimen Verbal (CRV) como un Sintagma preposicional (es decir, morfológicamente estará siempre formado por una Preposición + un sintagma nominal) que completa el significado del verbo y cuya preposición es seleccionada o elegida siempre por ese mismo verbo. Intentar explicar esto resulta dificultoso, y, a riesgo de parecer infantil, lo simplificaremos así: tenéis que entender que hay unos cuantos verbos en lengua castellana (y en todas las demás, pero, por suerte, conmigo sólo os tocarán las narices esos) que PREFIEREN un tipo de complemento específico para completar su sentido, y EXIGEN que ese complemento (el CRV) empiece por una determinada preposición, que siempre será la misma. Como veis, los verbos no son nada infieles y sí muy rutinarios. Por ejemplo:

Raistlin pensó EN las palabras del espíritu...

El verbo pensar es uno de esos verbos de los que os hablaba. No podemos omitir el complemento, pues los CRV son imprescindibles, su verbo los exige para tener sentido:

Raistlin pensó... *

Rápidamente, en nuestra mente de hablantes nativos, surge la pregunta: “¿EN qué pensó Raistlin?”. La respuesta a esa pregunta, que empieza precisamente por la preposición preferida por el verbo, es el CRV, sea explícitamente, o posponiéndole un pronombre átono detrás de la preposición:

Raistlin pensó EN las palabras del espíritu // Raistlin pensó EN ello.

¿A qué me refiero con lo de “preferir” preposiciones? El verbo “pensar” de este ejemplo prefiere, elige, selecciona esta preposición para su CRV: “en”. No puede funcionar con ninguna otra que pudiéramos elegir. Los cambios de pareja no están bien vistos en sintaxis. Observad:

Raistlin pensó A las palabras del espíritu*// Raistlin pensó POR las palabras del espíritu*// Raistlin pensó CON las palabras del espíritu*...

Como veis – y os indican mis *, recordad, eso significa que no es gramatical, que no es correcto – el CRV del verbo “pensar” empezará siempre por la preposición “en”, que es la que rige y selecciona.

A continuación os pondré una lista de verbos que exigen complementos de Régimen Verbal, y, a su lado, cuál es la preposición que seleccionan:

creer en; acostumbrar(se) a; contar con; saber de; incomodarse con; disponer de; depender de; enamorarse de; acordarse de; alegrarse de; olvidarse de; preocuparse de; convencer de; soñar con; insistir en; influir en; entrometerse en; pensar en; fijarse en; confiar en; rebelarse contra; preocuparse por; preguntar por; casarse con; tratar sobre...

Son ejemplos de los verbos que regirán CRV. Espero que la explicación os haya quedado clara. Como sabéis, nada como la práctica para interiorizar un concepto de gramática, así que echemos un vistazo a tantos CRV como podamos encontrar en un cuento de la saga Dragonlance.



Ya os he hablado en otros posts sobre estos interesantes cuentos, relatos cortos que pertenecen al género de la narrativa, y que cuentan ya con varias recopilaciones en la saga Dragonlance. El que os he seleccionado hoy es obra de Margaret Weis y Tracy Hickman, creadores originales de la saga y, por tanto, garantía de calidad; apareció en el libro La Guerra de la Lanza, tercer volumen de la Segunda Trilogía de los Cuentos de la Dragonlance, y se titula “Raistlin y el Caballero de Solamnia”. Es un cuento hermoso, breve, de 29 páginas, con una anécdota simple y accesible, descripciones bien logradas y algunos aspectos que lo hacen, en su brevedad, totalmente recomendable. El primero, aunque sea de motivo personal, es que trata sobre dos de los personajes literarios que más me han gustado en mi vida: los hermanos Majere, futuros Héroes de la Lanza, el hercúleo y leal guerrero Caramon Majere y su gemelo, débil y enfermizo, pero poderoso mago de Túnica Roja, llamado a cambiar para siempre la historia de la Magia en Krynn: Raistlin Majere.

Por otra parte, el cuento se ambienta en una época turbulenta y misteriosa, los cinco años posteriores a la separación de los Compañeros en El Último Hogar. Weis y Hickman nos muestran a los dos hermanos en una posada indeterminada, ganándose la vida como mercenarios pero sin dejar nunca de lado sus principios – observad la ternura con que Raistlin reconforta al pequeño hijo del Caballero –. Además, presenta un conflicto que será una constante en el mundo de la Dragonlance: la tensión, rivalidad e incluso odio entre los Caballeros de Solamnia y los Hechiceros. Por último, los personajes de la noble esposa del Caballero, la bondadosa y enérgica camarera o el alocado kender Earwig Fuerzacerrojos, completan este magnífico cuento. Espero que le concedáis una oportunidad, y con esa esperanza, me reservo explicaros la anécdota que en él se narra. En vez de eso, seleccionaré unas cuantas frases del cuento en la que aparecen CRV, pero notaréis que he borrado la preposición. No me queda duda que, a estas alturas, si habéis llegado hasta aquí, no os supondrá esfuerzo alguno saber qué preposición rige o elige cada verbo y completar así los Complementos de Régimen Verbal extraídos de “Raistlin y el Caballero de Solamnia”. Un saludo, suerte, nos vemos en clase.

la posada era nueva; tan nueva que todavía olía ( ) madera recién cortada y ( ) pintura fresca, en lugar de oler ( ) cerveza vieja y ( ) guiso del día anterior. (página 25).

Caramon se despojó ( ) su capa, sencilla y sin adornos.... (página 26).

Se recostó exhausto en el rincón, cerró los ojos y se concentró ( ) recobrar la respiración. (página 28)

El chiquillo se acurrucó ( ) su madre... (página 30)

Tengo entendido que el señor de esta región busca hombres para luchar ( ) los goblins. (página 32).

El posadero discutía ( ) dos clientes ( ) el importe de la cuenta. (página 34)

Todos saben que los caballeros se esconden ( ) sus armaduras y se valen ( ) su poder para intimidar y amenazar a los que son más débiles que ellos. ¡Por la gloria y el honor de nuestra Orden de los Túnicas Rojas, únete ( ) mí!. (página 46).

Margaret WEIS y Tracy HICKMAN, “Raistlin y el Caballero de Solamnia”, en La Guerra de la Lanza. Cuentos de la Dragonlance, Segunda trilogía, Volumen III. Barcelona, Timun Mas, 2008.

lunes, 18 de octubre de 2010

Fundación, una Saga con Mayúsculas


Bueno, la primera entrada del blog de este nuevo curso 2010-2011. Demasiado ha tardado, por lo que parece lógico iniciarla con una disculpa por la tardanza. Intentaremos que no se espacien tanto en lo sucesivo.

Meses de descanso, desconexión y relax, pero en los que de vez en cuando he pensado en vosotros - ¡qué obsesión! - y en nuevos libros que comentar en esta bitácora. La entrada de hoy la dedicaré a una gran obra que descubrí en Menorca durante estas vacaciones: la saga de la Fundación, de Isaac Asimov.

En un blog que pretende iros descubriendo algunos libros de ciencia ficción (y, también, de fantasía épica, aunque quizá más adelante abarquemos nuevos géneros, a vuestra discreción), hablar de Isaac Asimov son palabras mayores: es, indiscutiblemente, uno de los autores más grandes del género, creador con mayúsculas de una cosmogonía y un universo maravilloso, magníficamente esbozado en todos sus estratos – topografías, Historia, costumbres, innovaciones tecnológicas, religiones, sociológico, etc. -, poblado por personajes inolvidables, en los que se suceden infinidad de aventuras, intrigas, revoluciones, guerras y sucesos descritos con una prosa ágil, rica pero accesible, y con un ritmo que, os lo garantizo, engancha al lector en una de las más hermosas adicciones que puedo concebir.

Descubrí esta saga en una edición de bolsillo, accesible y bien cuidada, que publicó DeBolsillo en marzo de este año: la Trilogía de la Fundación. Hoy solo quiero hablaros del primero de los relatos que originaron la saga, el primer volumen, titulado simplemente Fundación. Asimov, profesor universitario, científico y humanista y, probablemente una de las mejores mentes del siglo XX, intentó, en sus propias palabras, narrar “una historia del futuro”. Fundación empieza en los últimos días del Imperio Galáctico, que ha regido los destinos de la Humanidad – diseminada por toda la galaxia en hasta 25 millones de mundos habitados – durante doce mil años. Un matemático, el doctor Hari Seldon, desarrolla una ciencia matemática, la psicohistoria, con la que predice el futuro, y contempla el colapso del Imperio y un posterior período de anarquía que durará 30000 años. Para minimizar los daños, crea en el extremo más alejado del confín de la galaxia una Fundación, una colonia, un reducto de científicos, técnicos y sabios que formarán los cimientos de un nuevo Imperio. Sin embargo, el destino de la Fundación, la pequeña colonia establecida por Seldon en el planeta Términus no será nada fácil, y la psicohistoria predice enormes dificultades durante mil años hasta poder alcanzar su gran destino de hegemonía. La novela escrita por Asimov nos muestra esos primeros años de la Fundación: un pequeño planeta, sin apenas materias primas, rodeados de enemigos que, independizados del Imperio, combaten entre sí y amenazan la pequeña colonia. Sus primeros enfrentamientos, la astucia con la que los dirigentes – el alcalde Salvor Hardin, el príncipe mercader Horbert Mallow, la familia Darrell – se enfrentan a las crisis es absolutamente enganchante. Su estructura es casi detectivesca, policial, y los muchos enigmas encajan finalmente a la perfección. Además, los protagonistas de la Fundación no son los únicos garantes del plan de Hari Seldon para la reconstrucción del Imperio: el psicohistoriador fundó una Segunda Fundación en algún oculto lugar de la Galaxia. Su misión, siempre en la sombra, siempre de incógnito, será velar por el triunfo de la primera Fundación y lograr el renacimiento del Segundo Imperio Galáctico.

Creo que es obvio que os recomiendo encarecidamente su lectura. Lo hago, además, antes de la inevitable popularidad añadida que supondrá su adaptación al cine: sí, harán una película, aunque, por las características de la serie, algunas de ellas inadaptables al séptimo arte, y por el – escalofriante – perfil del director que han elegido, Ronald Emmerich, soy bastante pesimista con lo que saldrá de ahí. Miedo me da la visión que puede tener de la psicohistoria y de las hazañas de la Fundación el realizador de joyas como Soldado Universal de Van Damme, Godzilla – sí, ese – o 2012, una de las mejores comedias que he visto en mucho tiempo. En fin, el tiempo lo dirá, pero si hay que guiarnos por mi intuición – y por la de miles de seguidores que chillan indignados por todo Internet ante la previsible profanación de su saga -, prefiero el libro a la película. Y teniendo en cuenta que ni la han rodado, os dice en qué alta estima tengo la obra de Asimov.

Entusiasmado y casi bordeando el spoiler, casi había olvidado relacionar esta obra con alguna de las clases con las que, de nuevo, os machaco tres veces a la semana. Puro sadismo. La lección será sencilla, la hicieron vuestros compañeros de 1º de E.S.O. esta misma semana, por lo que no es más que, para empezar, un rápido repaso a un concepto sencillo: cuando deben emplearse las MAYÚSCULAS en castellano.

En primer lugar, obviamente, al iniciarse una frase, y después de un punto, tanto seguido como aparte:


S
us ojos vagabundearon por el despacho y contemplaron el material almacenado en los ordenadores a los que sólo Seldon y Amaryl tenían acceso. Aunque alguien lograra acceder a él por casualidad, todos los datos estaban expresados en una simbología inventada que sólo ellos podían entender. (Hacia la Fundación, página 13).

En segundo lugar, en todos los nombres propios, sean de persona – antropónimos - (Salvor Hardin, Gaal Dornick, Hari Seldon, Arkady Darrell), de lugarestopónimos - (Trantor, Anacreonte, Términus) o de animales (ahora mismo no recuerdo ninguna mascota en la saga de Fundación, me sabe mal).

Además, deben ir en mayúsculas las instituciones u organismos oficiales: el Primer Imperio Galáctico, el Gobierno de Términus, la Alcaldía, la Prefectura de Anacreonte o, por supuesto, la Segunda Fundación.

También pondremos mayúsculas en las siglas, por ejemplo, en DGE, el Día Galáctico Estándar o la E.F., Era Fundacional. Lo mismo sucede con los números romanos, como los empleados con los Emperadores: Cleón II, y añadiremos un ejemplo sencillo: el ciclo de la Fundación recibió el I Premio Hugo a la Mejor Serie de Ciencia Ficción de todos los tiempos en 1966. Eso, en números romanos, sería algo así como MCMLXVI.

Se ponen en mayúsculas los títulos nobiliarios o cargos públicos oficiales: el Alcalde, el Emperador, el Canciller, el Presidente, etc.

Espero que alguien se anime a conocer la obra: si no, estad seguros que pronto oiréis hablar de ella, en su salto a las carteleras. Un placer estar aquí de nuevo, nos iremos viendo. Un abrazo, bienvenidos al nuevo curso en el Oikumene.