Minas Tirith: Ciudad de Reyes

viernes, 29 de octubre de 2010

Reportajes galácticos y Crónicas mundanas


Hoy hablaremos de periódicos. Sobre el vídeo, lo de la música no es cosa mía, antes de que empecéis a despotricar, ya venía en el Youtube: sobreponeos a la Kate Perry y a los chistes sobre su apellido, y fijaos como funciona una redacción hoy en día, en este caso, la del diario digital ADN.

Hace poco estudiamos con vuestros compañeros de 3º E.S.O. los distintos géneros informativos. Hicimos la distinción entre los objetivos y los subjetivos: en los primeros, se enuncian los hechos noticiables, sin la opinión que estos les merecen a los periodistas o el periódico como institución o empresa; en los segundos, sí se expresa este punto de vista y posicionamiento. En total estudiamos ocho tipos de géneros informativos. Los cuatro primeros pertenecen a los géneros objetivos: las NOTICIAS, a las que ya dedicamos un post anterior; las ENTREVISTAS; los REPORTAJES y las CRÓNICAS. Esta entrada estará dedicada a la distinción entre estos dos últimos: los reportajes y las crónicas. Después de explicar ambos conceptos, los ejemplificaremos con una obra que ya empleamos en mayo, Los príncipes demonio de Jack Vance, aunque me referiré específicamente a su parte III, “El Palacio del Amor”; para la crónica, enlazaré a una aparecida en El País, probablemente, dejando de lado afinidades ideológicas, una de las más prestigiosas cabeceras en lengua castellana a nivel global.

Empecemos. Un reportaje es la extensa y concienzuda narración de un acontecimiento de interés. Es el más atemporal de los géneros periodísticos objetivos: el reportaje no tiene por que referirse a un suceso actual o reciente. Además de su superior extensión, se aleja de una noticia – un género más simple y rápido – en el mayor apoyo con elementos que secunden al texto: un reportaje empleará fotografías, gráficos, mapas, entrevistas, citas y, desde que todos los periódicos del mundo se asomaron a Internet con sus ediciones digitales, música, vídeos, enlaces a otras webs, animaciones, fuentes... todo ello, en apoyo del texto, más elaborado y de mayor “altura” por parte del reportero.

¿Cómo podemos encajar este concepto de la prensa escrita en una obra de ciencia-ficción?. En el tercer libro de la saga Los Príncipes Demonio, la primera de las obras del género que leí, la trama gira en torno a un reportaje. El autor, el estadounidense Jack Vance, había cursado estudios de Periodismo, y sabía de qué hablaba cuando hizo que el protagonista de la serie, Kirth Gersen, se camuflara bajo el disfraz de un reportero. En efecto, tras salir airoso del episodio del secuestro en Intercambio en el libro anterior – “La máquina de matar” –, Kirth Gersen se había hecho, mediante una sonada estafa, con una cantidad monstruosa de dinero. Gracias al apoyo del que pronto será su mejor amigo y consejero, llamado Jehan Addels, Gersen prepara un plan para lograr llegar hasta el tercer Príncipe Demonio de su lista: Viole Falushe. Para ello, Addels compra para Gersen una de las revistas más antiguas del Oikumene, la venerable Cosmópolis – algo así como la revista Time de la Galaxia en la imaginación de Vance –, y le logra a su amigo un puesto como reportero, con plenos poderes para elegir sobre qué tema escribir. Como veis, se cumple la condición de atemporalidad: en su entrevista con el redactor-jefe, a Gersen ni se le insinúa que debería escribir sobre algo que haya pasado recientemente: con un reportaje, basta con que sea de interés para los lectores. Y Kirth Gersen, decidido a tenderle una trampa al odioso criminal, anuncia que va a escribir un reportaje sobre, precisamente, el tercer Príncipe Demonio, Viole Falushe. Más adelante, Kirth Gersen, en su papel de reportero, conversará así con uno de los criminales más poderosos y despiadados del Oikumene:

- ¿Por qué no permitir que Cosmópolis presente los hechos auténticos? - dijo Gersen - . No cabe duda de que le debe una declaración a los habitantes del Oikumene, que se hallan fascinados por sus hazañas, las aprueben o no.

- No, creo que no – dijo Viole Falushe -. Un reportaje de tales características parecería una explosión de vanidad, o peor, una apología falseada. Básicamente, soy un hombre modesto.

- Pero, ¿no es también un artista?

- Por supuesto. En la escala más noble y más auténtica. […] Me atrevería a decir que soy tal vez el más grande artista de la historia. Mi tema es la Vida; mi medio, la Experiencia; las herramientas, el Placer, la Pasión, la Contundencia, el Dolor. Recreo una ambientación total que inunda toda la entidad. Es una descripción racional de mi propiedad, conocida popularmente como el Palacio del Amor.

- ¡Precisamente lo que le gustaría conocer a las gentes del Oikumene! - aprobó Gersen -. Más que publicar un vulgar artículo escandaloso como éste – Gersen golpeó la fal

sificación con el reverso de la mano -, a Cosmópolis le gustaría que usted explicara sus tesis. Queremos fotografías, mapas, muestras de olores, impresiones sonoras, ilustraciones... y sobre todo, queremos su análisis de experto.

-Es posible, es posible.

-Bien. Sería preciso que nos viéramos. Dígame el lugar y la hora, y allí estaré.

-¿El lugar? ¿Puede haber otro? El Palacio del Amor. Cada año recibo a un grupo de invitados. Usted formará parte del próximo, y también el viejo loco Navarth.

VANCE, Jack. Los príncipes demonio 1. Barcelona, Martínez Roca, 1988. Página 402.

Como veis, Kirth Gersen, interpretando su papel de reportero para engañar al criminal, pretende redactar un artículo, un reportaje. Ha elegido un tema de interés para el público, sus potenciales lectores, como el Palacio del Amor, la propiedad legendaria del maníaco Príncipe Demonio Viole Falushe. No es un hecho de actualidad en el Oikumene, la galaxia donde se producen los acontecimientos. Además de la pormenorizada extensión del texto que se propone escribir, Gersen requiere más elementos que apoyen su historia: sonidos, olores, ilustraciones, fotografías... Si queréis saber si finalmente logra escribir ese reportaje y qué les sucede a Gersen y a ese personaje inolvidable y chifladísimo de Navarth, no os perdáis el libro de Los Príncipes Demonio.

En cuanto a la CRÓNICA, se trata de una descripción cronológica, detallada y pormenorizada de una noticia reciente y de importancia. La crónica requiere de un enviado especial o corresponsal del periódico; en clase hablamos que, para escribir la mayoría de las noticias, las redacciones de los periódicos obtienen la información de agencias que les sirven los “contenidos” y, a partir de esos elementos – ya sabéis, qué ha ocurrido, a quién, dónde, etc. - , ellos redactan las noticias. Algunas agencias famosas son EFE, Associated Press o Reuteurs. En el caso de la crónica, sin embargo, el periódico envía literalmente a uno de sus periodistas a trabajar en la historia, en el acontecimiento, en la noticia. El periodista trabajará después en una narración de los hechos, tal y cómo han sucedido cronológicamente. Es lícito que, además de la exposición de los mismos, deje entrever parte de su posición u opinión al respecto, pero si la manifiesta abiertamente, pasa a ser entonces un artículo de opinión o subjetivo.

El ejemplo que os he traído versa sobre un tema del que sin duda habéis oído hablar pero que os interesará, me temo, más bien poco o nada: los cambios que hubo en el Gobierno hace pocos días. Sin embargo, cuando lo leí, me pareció un inmejorable ejemplo de crónica. Se titula “La conspiración de Ponferrada”. Olvidad que va sobre un tema tan ruin como la política y los movimientos ministeriales, y fijaos en la narración de “qué ocurrió” durante aquellos tres días hasta que se produjo la noticia de los cambios en el Gobierno de Zapatero. El redactor de El País, llamado Javier Casqueiro, trabajó sin duda a fondo para recabar todos los datos con los que completar su crónica; que no os quepa duda que hubo horas de esquemas, llamadas telefónicas, confirmaciones o hipótesis hasta que se sentó al teclado y escribió esta hermosa crónica. La prosa política, por tratar de tema a veces tan viscoso, no tiene por qué renunciar a la excelencia literaria. Los comentaristas políticos de los medios de comunicación más reputados tienen enorme prestigio en la tradición de las democracias occidentales y ejercen – o lo intentan - de necesario contrapoder, vigilantes ante excesos del Sistema. El trabajo de unos reporteros del Washington Post hizo dimitir al presidente Nixon, al que muchos de vosotros conocéis como la malvada cabeza en la urna de Futurama. En España, nos incorporamos al panorama periodístico moderno desde la Transición, a la muerte de Franco, y desde entonces, el trabajo de medios como, entre muchos otros, El País nos ha reportado un estatus de reconocido prestigio entre los hablantes de lengua castellana. Por tanto, pese a que no os interese el tema, no dejéis de valorar un buen ejemplo de crónica periodística: “La conspiración de Ponferrada”.

Y con ésta, se acabaron las entradas por octubre. Pasad buen puente, hasta el martes.

2 comentarios:

  1. Qué majos los del video! todos concentrados en su trabajo.. (como nosotros xDDD) y había uno con 3 pantallas, que estrés T_T
    Nosé si lo habrás puesto en alguna entrada, verás... no me he leido todas como comprenderás, pero tengo una duda existencial y es que porqué le has llamado "Letras del Oikumene" a tu blog. El día que entré la primera vez, lo busqué en Google y salía algo de la paz :S

    Bueeeeeno, que vaya genial el puente para ti también, yo voy a hacer la maleta! jojojojo :D

    ResponderEliminar
  2. Mwahahaha. Y vosotros que os agobiáis con tres actividades... ¿Te has fijado en lo que es currar de verdad? Oikumene es el nombre de la "Galaxia Conocida" o civilizada de un libro que me moló mucho cuando era un crío de vuestra edad, y por eso el título. Los príncipes demonio, de Jack Vance. Sí, soy muy friki. Lo sé. Ale, que me piro. Cuidaos

    ResponderEliminar