Minas Tirith: Ciudad de Reyes

domingo, 18 de julio de 2010

Analizando Sintagmas Nominales en Mallorea



Hace demasiado que no me gano vuestras maldiciones dedicando uno de mis posts a la siempre entretenida sintaxis, así que para que no se le echen las culpas a los calores o las resacas mundialistas, pongámonos a ello. Pero, en consideración al descanso veraniego que muchos de vosotros os habéis ganado trabajando durante el curso, versará sobre el primer y más sencillo concepto de los que tratamos en las clases de sintaxis: el análisis del SINTAGMA NOMINAL. Confío en que la sencillez del tema sirva a dos objetivos: consolidar definitivamente, el que no lo haya hecho, este tipo de análisis (que ha de seros útil en mis clases durante toda la secundaria y posteriores estudios) y servir como atenuante en una probable acusación de lesa humanidad por hablar de sintaxis mientras nos cocemos a más de treinta y dos grados de calor. Como siempre, emplearemos ejemplos extraídos de un libro de fantasía épica, cuyo argumento os resumiré al final por si alguien se anima a sumergirse en sus páginas: se trata de Los guardianes del Oeste, el primer volumen de la pentalogía Crónicas de Mallorea, de David Eddings. Vamos a ello.

El análisis sintáctico, tal y como lo trabajamos en clase – y no solo en mi asignatura, pues es el mismo sistema que también empleáis en lengua catalana –, tiene tres niveles: el morfológico, el sintagmático y el sintáctico.

En el primer nivel, el morfológico, debemos reconocer qué tipos de palabras son las que componen las oraciones. Las opciones son las siguientes: sustantivos, verbos, pronombres, adjetivos, adverbios, determinantes y conjunciones. La práctica es imprescindible para no fallar en este primer paso, y en algunos casos tendremos que estudiar las listas o tablas que os ofrecemos, como en el caso de las preposiciones o los distintos determinantes. En cuanto a las confusiones que a veces surgen - ¿cuándo un verbo se comporta como tal?, ¿cómo podemos diferenciar un adverbio de un adjetivo o un pronombre de un determinante? - hablaremos de ello con más detalle en sucesivos posts y, por supuesto, en clase.

En nuestro sistema de análisis sintáctico, os proponemos subrayar todas las palabras de la oración y poner debajo a qué categoría gramatical de entre las propuestas pertenece. Veamos una frase al azar de Los guardianes del oeste y analicémosla tal y como hemos dicho:


Allí hablaban con seriedad de la guerra estancada en el sur de Cthol Murgos y de los problemas

de Varana con las familias del norte de Tolnedra. (página 190)


Allí hablaban con seriedad de la guerra estancada en el sur de Cthol Murgos y de los problemas

adv. v. P. sust. P. art. sust. adj. P. art.sust.P. sust(propios)conj. P. art. sust.

de Varana con las familias del norte de Tolnedra.

P. sust prop. P. art.sust. P+art. sust. P. sust prop.

Finalizado este primer nivel (el morfológico), hemos de progresar el análisis en el nivel sintagmático: todas las palabras de la oración, a excepción de las conjunciones, han de agruparse en uno de estos sintagmas, una palabra que proviene del griego y que significa “grupo ordenado”. Los cinco sintagmas que podemos formar son los siguientes: Sintagma Nominal (SN), Sintagma Verbal (SV), Sintagma Adjetival (S.adj), Sintagma Adverbial (S.Adv) y Sintagma Preposicional (SP). Hoy solo nos ocuparemos del primero, el Sintagma Nominal. Sobre los otros sintagmas y el tercer nivel de análisis, el sintáctico, quedan muchos post por venir y no hay, sobre todo por vuestra parte, prisa alguna.

En relación al análisis de un sintagma nominal, es necesario que interioricéis únicamente dos cuestiones importantes, en las que soléis fallar:

  • El núcleo de un SN SUELE ser un nombre o sustantivo, pero no es la única posibilidad: las cuatro palabras que pueden formar un SN son todas aquellas que pueden funcionar como un sustantivo. Siempre que veáis cualquiera de estas cuatro, automáticamente las analizaremos como núcleos de un SN. Las cuatro categorías que pueden formar SN son los SUSTANTIVOS, los PRONOMBRES, los ADJETIVOS SUSTANTIVADOS y los INFINITIVOS.

  • SN no significa Sujeto sintáctico. No son sinónimos. Los sujetos serán siempre Sintagmas Nominales, sí, pero no todos los SN funcionarán como Sujetos: por ejemplo, un SN puede funcionar como Complemento del Nombre o como Complemento Directo.

Dicho esto, su análisis es muy sencillo. Recordaré la pauta que siempre os machaco en clase para automatizar el proceso: cuánto más se compliquen los análisis, más necesario será tener una cierta soltura y práctica en estos pasos iniciales.

  1. Localización del núcleo. Si vemos un Sust., un Pron., un Adjetivo sustantivado o un Infinitivo, dibujaremos una línea vertical debajo y señalaremos N (por núcleo) y SN (Sintagma Nominal).

  2. ¿Está determinado? Buscaremos a la izquierda del núcleo algún DETERMINANTE, que como sabéis, especifican y cuantifican al núcleo. Al subrayar el determinante (eso es en el primer nivel, morfológico), no pondremos DETERMINANTE, sino el tipo de determinante del que hablamos. Tenemos que elegir entre:

    1. artículos

    2. demostrativos (de cercanía, media distancia o lejanía)

    3. posesivos

    4. numerales

    5. indefinidos

    6. interrogativos y exclamativos

Cuando sepamos de qué tipo es el determinante, lo subrayaremos y pondremos la correspondiente abreviatura debajo. Después, uniremos el determinante al núcleo, señalando en la flecha, esta vez sí, DET, por determinante.

  1. El tercer y último paso es ver si el núcleo del SN está calificado, es decir, si lleva algún Complemento del Nombre. Los dos CN más habituales son dos: los adjetivos (o participios, que no son sino verbos que funcionan como adjetivos), que pueden ir delante o detrás del núcleo; y los SP, normalmente con la preposición “de”. En ambos casos, cuando analicemos, los uniremos a la línea del núcleo indicando la función de CN encima de la flecha.


Uno de los pocos problemas que podéis se refiere a un CN un tanto especial: la APOSICIÓN. Se trata de un sintagma nominal que va entre comas, justo a la derecha del núcleo de otro SN, al que especifica o califica, es decir, para el que actúa como si fuera un adjetivo. Podemos verlo en el siguiente ejemplo:


Y eso es todo. Sabiendo realizar bien estos tres pasos (Núcleo, determinación y calificación), sabéis analizar bien un SN. No hace falta decir que el único imprescindible es el núcleo: un SN puede llevar determinantes, pero también no llevarlos; y puede llevar CN, igual que puede funcionar perfectamente sin ellos.



Respecto al libro del que he venido sacando los ejemplos, Los guardianes del oeste inicia la pentalogía – cinco libros – que continúa las Crónicas de Belgarath, también obra de David Eddings. Por tanto, quien quiera leer y disfrutar este libro, tiene que haber leído la saga de Belgarath; en las Crónicas de Mallorea encontramos la continuación a las aventuras que vivieron los protagonistas, y se responden algunos interrogantes que quedaban en el aire. Belgarion ha sido proclamado rey de Riva, Torak ha sido derrotado y la boda con la princesa imperial Ce'Nedra parecía el colofón a las aventuras de estos moradores del mundo creado por Eddings, pero no: numerosos peligros amenazan a los reinos del Oeste, desde la desquiciada guerra de exterminio entre angaraks que sostiene el terrible Zakath en Cthol Murgos al fanatismo del Culto del Oso, que insiste en imponer al dios de los Alorns a todo el Oeste. Además, los conflictos conyugales y la aparente imposibilidad de concebir un hijo de Ce'Nedra desquiciarán a Garion, sobrepasado por sus responsabilidades, tan alejadas de la vida que había imaginado como humilde granjero en Sendaria. Muy pronto, luctuosos sucesos que no quiero avanzaros volverán a poner a Garion y sus amigos en la senda de la Profecía, atrapados entre los dos Destinos que van hacia su encuentro final. A medida que avance la trama, reencontraremos a casi todos los personajes principales de Belgarath, y más adelante aún, ya en el segundo libro de las Crónicas de Mallorea, El rey de los murgos, se iniciará un viaje aún más largo que el que protagonizaron durante los primeros cinco libros de Eddings: en la frenética y angustiosa persecución de Zandramas, los protagonistas tendrán que recorrer los temibles países de Angarak, desde el profundo y misterioso sur de Cthol Murgos hasta la mismísima Mallorea. Una saga recomendable, de cuyos otros libros quizá os hable más adelante, que gustará a los que hayan disfrutado de Belgarath; si me hicieran decidir entre una y otra pentalogías, mis preferencias irían rápidamente con la primera, Crónicas de Belgarath, pero Mallorea no deja de ser recomendable: sin, quizá, el aire de inocencia e intriga que impregnaba Belgarath, en Mallorea se introducen personajes que solo aparecían en la primera saga brevemente esbozados, y cuyos retratos constituyen ahora la mejor novedad: el eunuco Sadi, Su Majestad Imperial Zakath, la reina Porenn de Drasnia, la bailarina Vella y muchos más. Además, la saga tiene el encanto de mostrarnos reinos, parajes y situaciones que solo se esbozaban como lejanísimos o legendarios en la primera pentalogía y que ahora recorren en la más decisiva de sus aventuras Garion y sus compañeros, guiados siempre por Belgarath el Hechicero.

Espero que alguien se anime alguna vez a disfrutar de cualquiera de estas dos sagas de fantasía épica y que el post os haya aclarado cualquier duda sobre este sencillo proceso, el análisis del SN, con el que sin duda os reencontraréis tras el verano. Un saludo a todos.

miércoles, 14 de julio de 2010

Cuentos de la Dragonlance


Bien, pasado el primer momento de incontenible euforia mundialista, podemos reincorporarnos al objetivo inicial del blog: explicar conceptos que hemos estudiado en clase basándonos en libros de fantasía épica o ciencia ficción.

Hoy hablaremos sobre un género literario enormemente fecundo y que no siempre es tratado con la altura y el respeto que merecería: me refiero a los CUENTOS.

Ya vimos en las sucesivas clasificaciones de los géneros literarios que la novela se imponía de forma avasalladora entre los textos en prosa, sobre todo a partir del siglo XIX. Sin embargo, esta preponderancia de la novela no debe hacer que olvidemos o desdeñemos esta forma literaria tan particular, la del CUENTO, algunas de cuyas manifestaciones se cuentan entre los hitos de las letras de todos los tiempos.

Repasemos primero, de forma sucinta, las características del cuento:

  • Suele estar en prosa.

  • Es más breve que una novela (aunque esto es muy relativo, tendría que poder leerse sin interrupciones sin demasiados inconvenientes)

  • Suele repetirse la clásica estructura de Introducción – Nudo – Desenlace.

  • No hay demasiada variedad temática (cada cuento suele ocuparse de un único tema principal).

  • Solo suelen describirse con cierta profundidad a los protagonistas.

No trataremos aquí – nos ocuparemos más adelante, en un post por venir – los cuentos populares, de la tradición oral, donde también se encuadran las leyendas o los mitos, y que presentan múltiples versiones y características propias; hoy observaremos los cuentos que son escritos con vocación literaria – recordad, crear belleza a través de las letras – por un autor que suele ser conocido.

Los cuentos son magníficas vías de entrada a la literatura. No tenemos que confundir simplicidad o brevedad con mala calidad; es más, muchos de vosotros tenéis hábitos de lectura más bien escasos (en otro post, no temáis, nos ocuparemos del noble arte del eufemismo). Si no estás acostumbrado a correr, empezar a intentarlo en la maratón de Nueva York no parece una buena idea: de igual forma, muchos de vosotros podéis mirar con pavor algunos de los tochos de los que os vengo hablando y sentiros más animados ante las 25 o 30 páginas que puede ocupar un cuento. La cuestión, como os digo siempre, es que leáis. ¿Poco y de vez en cuando?. Será mucho mejor que nada y nunca. ¿Mucho? Como dice nuestro refranero – o lo dirá pronto –, hay que curtirse en campos de tierra de tercera antes de disputar Mundiales.


¿Cuáles son los cuentos que hemos estudiado en clase? Algunos de los ejemplos más renombrados del género, no solo de nuestras letras. Para los olvidadizos o los que estuvieron directamente en trance, os traeré a la memoria los nombres de don Juan Manuel, autor del recopilatorio de cuentos medievales El conde Lucanor (por cierto, el plagio o la “inspiración” ya era común y corriente antes de la era Google: nuestro autor castellano recupera y reformula historias muy antiguas, algunas originarias de Arabia o la India); de Chaucer, el británico que escribió los Cuentos de Canterbury; no olvidemos tampoco al italiano Bocaccio y su Decamerón. En cuanto a autores más modernos, es indispensable señalar a los alemanes Jakob Grimm y Wilhelm Grimm, los célebres hermanos Grimm, autores de cuentos omnipresentes en nuestras infancias – aunque fuera a través del filtro de la factoría Disney – como La Cenicienta, Hänsel y Gretel o Juan Sin Miedo. Son estos los cuentos que más he trabajado, pero no quiero acabar sin recomendarle a aquel que le guste el género que no olvide a autores menos populares por más “difíciles” o “serios” pero que, igualmente, contribuyeron a engrandecer el prestigio del género: Aldecoa, Borges o Bécquer (en sus Leyendas), por poner tres ejemplos casi imprescindibles. Si alguien quiere echar un vistazo a alguno de los cuentos de los que hemos hablado, seguid los enlaces incluidos en los títulos.

Aclarado el tema del post, veamos como podemos relacionarlo con alguna de las obras que protagonizan este blog; en realidad, la búsqueda ha sido muy sencilla esta vez. Cuando la saga Dragonlance alcanzó el éxito arrollador tras las dos primeras trilogías concebidas por Margaret Weis y Tracy Hickman, la editorial TSR comenzó a pedir colaboraciones de otros escritores que engrandecieron el mundo fantástico de Krynn. En ocasiones, en vez de pedir novelas enteras (como Fistandantilus o Vinas Solamnus, el primer caballero), requerían colecciones de cuentos. Acostumbran a versar sobre un tema o una época de la historia de Krynn concreto, lo que permitía editarlos con una mínima cohesión en un libro recopilatorio. La fórmula funcionó magistralmente, y desde entonces se sucedieron los libros de cuentos en el universo Dragonlance. A mí, personalmente, me fascinan. Hay, obviamente, diferencias enormes de estilo y calidad, pero lo bueno de un cuento es que no exige demasiado tiempo y que, de no gustarte, no tienes más que pasar las pocas páginas que te separen del siguiente. Pero lo que más me gusta de ellos es su carácter más cotidiano. Es lo que Miguel de Unamuno llamaba la “intrahistoria”: narraciones sobre personajes anónimos, con vidas más cotidianas – dentro de la cotidianidad de un universo donde existen los Dragones, los poderosos hechiceros, terribles monstruos y luchas entre dioses y hombres -, mediocres a veces, y que no serían – en palabras de Raistlin – más que “guijarros en el caudaloso río de la Historia”. Muchas veces tienen mucho más encanto que las obras mayores, sobre todo cuando el momento en que se encuadra – por ejemplo, la Guerra de los Espíritus o el Cataclismo – o el personaje en el que se basa – algún viejo conocido de otra novela, como Sturm, Tas o Raistlin, o alguna raza o profesión, como los Enanos hylar o los Caballeros de Neraka – despiertan tu interés y te hacen querer saber más sobre ellos.


El libro que emplearé hoy como ejemplo se titula El reino de Istar. Se trata del primer volumen de la Segunda Trilogía de los Cuentos de la Dragonlance, que se completa – quizá algún día vuelva a hablaros de ellos – con los títulos El Cataclismo y La guerra de la Lanza. El reino de Istar incluye un total de ocho cuentos (aunque el último, Hilos de seda, obra de Weis y Hickman, casi puede considerarse una novela corta), y yo voy a centrarme, si me lo permitís, en mi favorito: Estofado kender, de Nick O'Donohoe (páginas 65-106 de la edición en Timun Mas).

En Estofado kender se nos narran las vivencias de un maduro preceptor – o, si lo preferís, profesor – solámnico en una academia de Xak Tsaroth donde entrena a los futuros Caballeros de Solamnia. Este amargado y terrible instructor reflexiona sobre la caballería, recuerda vivencias pasadas más felices, y tiene que enfrentarse al reto de tener entre sus alumnos a Tarli, un extraño muchacho, atacado por todos, ingenuo e inocente pero también espabilado y con un punto salvaje y despreocupado. El relato de sus clases, de las novatadas, de las miradas hoscas del sacerdote amigo de Moran, el preceptor, constituyen un cuento hermoso, evocador de esos días tristes, decadentes y sin horizonte previos al Cataclismo. Además, reproduce experiencias y comportamientos entre profesores y alumnos, o entre éstos como compañeros, que no dudo os resultarán familiares. Y espero que os guste el final, que no osaré 'spoilearos aquí, y que os invito a conocer durante el verano.

He elegido Estofado kender por una simple preferencia personal: si os acercáis a este libro, sed libres de empezar por donde queráis; El deseo del goblin es uno de los mejores cuentos que he leído sobre este universo; Los matices de la fe interesará a quien le gusten los clérigos y sanadores de Krynn, así como Las tres vidas de Horgan Embaucabueyes complacerá a los admiradores de los duros enanos de Thorbardin. En cuanto a Hilos de seda, el más largo del libro, y que tiene su continuación en el siguiente volumen de la trilogía, es, como ya os dije, casi una novela corta, pero no por ello deja de ser recomendable. Os lo dejo a vuestra libre elección. Sea cual sea, disfrutadla, y tener en cuenta estos sencillos conceptos sobre los cuentos. Un saludo.

lunes, 12 de julio de 2010

Demasiado Histórico...



Un post especial, sí, ajeno a la temática del blog y que algunos juzgarán inapropiado, oportunista o desubicado. Achacadlo a la euforia. No siempre se toca la cima del mundo.

Sí, muchachos, el mundo: eso es lo que conquistó nuestra selección ayer, en el que sin duda es el día más brillante de la historia de nuestro fútbol. “Campeonamos”, como dirían en Argentina, donde aún lloran la locura de poner la albiceleste en manos de su iluminado por excelencia. Un día como el de ayer, 11 de julio de 2010, bien merece alejarse, excepcionalmente, de los destinos habituales de nuestras lecturas. ¿Qué mejor momento que éste para repasar, muy brevemente, algunos conceptos relacionados con la PRENSA? Coincidiréis conmigo que es algo difícil encontrar ejemplos de prosa periodística en los mundos de la Dragonlance, Faërun o Dune, por lo que espero que seáis benevolentes, y coincidáis que éste es el mejor ejemplo con el que podríamos haber tratado este tema. ¡Grande, roja! “Pour l'eternité”, tituló el diario L'Equipe, la Biblia del periodismo deportivo francés y casi del europeo, cuando Francia se impuso en su Mundial; hoy, amigos míos, me estremezco porque somos nosotros los que nos hemos ganado la Eternidad.

Durante la ESO, son varios los momentos en los que centramos las miradas en la prensa escrita, tan desconocida para la mayoría de vosotros. No me canso, ni lo hago ahora, de insistiros en su importancia: la calidad de la prensa es uno de los indicadores de salud democrática de un país. Y la prensa no debe ser herramienta de manipulación, sino instrumento para nuestro enriquecimiento personal a través del conocimiento de nuestro mundo y la construcción de nuestra propia opinión.

Naturalmente, nosotros nos preocupamos de las peculiaridades lingüísticas de la prensa: la estructura de las noticias, que os refrescaré en un momento, los reportajes o entrevistas, la concisión y claridad que se le supone a un texto de este tipo. Pero, y eso queda absolutamente patente hoy, la prosa periodística también puede llegar a ser literatura. Hoy, el mundo se hace eco del partido de ayer. 120 minutos de fútbol disputados en Johannesburgo, ante la mirada de cientos de millones de personas. Los datos son los mismos para todos: recordad, en el primer párrafo, el llamado lead, se tiene que informar de los SEIS ELEMENTOS de la noticia. Como recordaréis, son:

  • ¿Quién?

  • ¿Qué?

  • ¿Cuando?

  • ¿Dónde?

  • ¿Cómo?

  • ¿Por qué?

Una noticia que no informe de esas seis circunstancias en su lead es una noticia incompleta, insuficientemente documentada, o simplemente mal redactada. Por ejemplo, veamos como se inicia la noticia dedicada al partido de ayer en el diario 20 minutos.es, obra de A.Herrera:

Los mejores del mundo. España consiguió lo que se merecía, soñaba y, mucho más importante, lo que más de medio mundo demandaba, al derrotar a Holanda en la segunda parte de la prórroga de la final del Mundial de Sudáfrica, gracias a un tanto de Andrés Iniesta (0-1).

En el lead, el periodista incluye los seis elementos antes de cambiar de párrafo y desarrollar más extensamente la noticia (podéis consultarla entera aquí). ¿Quién? La selección española. ¿Qué? Ha derrotado a Holanda en la final del Mundial. ¿Dónde? En Sudáfrica. ¿Cuando? No se especifica, pero el sentido común nos dice que fue el día anterior a escribirse esta noticia. ¿Cómo?, gracias a un tanto de Andrés Iniesta. ¿Por qué?, porque lo había merecido, soñado y lo demandaba medio mundo.

Todo el que quiera practicar, lo tiene sencillo: la noticia está sin duda en las ediciones digitales de prácticamente todos los periódicos del mundo. No tenéis más que buscarla (en Google o en las hemerotecas de los respectivos medios, buscando la fecha del 12 de julio de 2010, es decir, hoy, día posterior al partido) y señalar los seis elementos de la noticia en los leads que leáis. Los primeros párrafos, como apreciaréis si comparáis más de tres medios, son similares en muchísimos de los medios: los malpensados pueden creer que ello se debe a que se “copian y pegan” unos a otros a través del Google. La realidad es que, siendo los elementos de la noticia unos (en este caso el triunfo de España contra esa bronca y marrullera Holanda, indigna de la zamarra de Cruyff o Van Basten), las formas de contarlos o elaborarlos es finita, y tarde o temprano acaban repitiéndose algunos esquemas.

Si alguien, en su locura, pretende mejorar más sobre este concepto, no tiene más que abandonar el análisis de las noticias redactadas por otros y pasar a la acción: redactad vosotros mismos una noticia sobre los hechos de ayer, seguramente archiconocidos por todos y cada uno de los habitantes de este (hoy) feliz país. La estructura ha de ser clara: un titular atractivo, dos subtítulos en letra más pequeña, explicativos o que amplíen la esencia del titular, y el redactado de la noticia, iniciado necesariamente con ese lead donde deben figurar los seis elementos de la misma.

Más arriba os apuntaba que la prosa periodística puede ser literatura. Frunciréis el ceño o levantaréis muchas cejas, extrañándonos que precisamente yo, el pesado que tanto os tuesta sobre las excelencias de Lope a Buero, de Cervantes a Saramago, de Quevedo a Hernández, me atreva a equiparar un artículo que habla sobre fútbol con las letras de esos titanes. A vosotros – aunque la incredulidad y los insultos me llegarán, por esto, más bien de vosotras – os responderé dos cosas. Primero, lo que escribió ayer mismo, antes del partido, el gran Javier Marías, enorme escritor y académico de nuestra lengua, en el diario El País sobre las emociones que puede provocar el deporte rey:

Quienes desdeñan el fútbol y lo ven como cosa de "hordas" no parecen haberse parado mucho a pensar en la alegría o tristeza desinteresadas que provoca en millones de personas a la vez. Que un equipo gane o pierda no nos va a cambiar a ninguno la vida: al que le vaya mal le seguirá yendo mal y el que sea feliz no verá mermada por una derrota su felicidad esencial. Nadie será más rico ni más pobre por eso, nadie saldrá del paro ni ingresará en él. Y sin embargo, en qué pocas ocasiones salta la gente de júbilo al mismo tiempo, o baja la cabeza con melancolía y dignidad. El efecto de la victoria o de la derrota no es duradero, digamos que se desvanece a las cuarenta y ocho horas. Más o menos como el efecto que nos produce la visión de una gran película, o la lectura de una deslumbrante novela, o escuchar una música sobrecogedora, o la contemplación de un cuadro turbador. Tampoco en el arte nos va ni nos viene, respecto a nuestra vida personal. Abrimos la cubierta de un libro, se apagan las luces de un teatro o de un cine, y sabemos que aquello no nos atañe de veras, que nos prestamos a una conversación. La emoción que experimentamos es también desinteresada, y la exultación o la desolación que sentimos a su término son sólo simbólicas, vicarias y artificiales, pero a veces más punzantes que las de la vida real. No podemos desdeñarlas.

Y para acabar, - ¿qué se puede añadir a las palabras de Marías?; apabullantes – el segundo argumento: como muestra un botón. Leed la crónica del partido que escribió José Sámano, el redactor jefe de Deportes del periódico El País, y una de las mejores plumas del periodismo deportivo de nuestro país, sobre la final del mundial de anoche. Vale la pena. Literatura, con mayúsculas. Un abrazo a todos, y sentíos orgullosos. Ya somos eternos.


jueves, 8 de julio de 2010

Palabras Compuestas en Dune: la Yihad Butleriana


Ni estos tremendos calores ni la apoteósica andadura de la Roja en el Mundial pueden servir de excusa para descuidar tanto nuestro humilde empeño, así que cojamos un ventilador, posterguemos los alaridos, banderas y cervezas para el domingo por la noche, y afrontemos un nuevo post. Hoy repasaremos un tema muy sencillo, el de la formación de las PALABRAS COMPUESTAS, y explicaremos en relación a este simple concepto algo sobre una saga que conocí hace muy poco y que me encantó, por lo que no dejaré de recomendaros su lectura hasta el final de este veraniego post. El libro al que me refiero se llama La Yihad Butleriana, y es el primer volumen de la trilogía de ciencia ficción Leyendas de Dune, escrita por Brian Herbert y Kevin J. Anderson.

Afortunadamente, el concepto de las palabras compuestas requerirá poco tiempo por nuestra parte; las palabras compuestas son aquellas palabras que han surgido del proceso de la COMPOSICIÓN. La composición es uno de los mecanismos más fecundos y efectivos de la lengua para formar nuevas palabras, o neologismos (recordad, en griego “neo” significa “nuevo”, y “logos”, “palabra”). A diferencia de la DERIVACIÓN (en la que, no olvidéis, se formaban nuevas palabras mediante la adición de morfemas a UN SOLO lexema o raíz), en la COMPOSICIÓN obtenemos los nuevos vocablos a partir de la UNIÓN DE DOS O MÁS lexemas.

Los lexemas son la parte invariable en la formación de las palabras, y son las partículas que contienen la información semántica, de significado. De la información gramatical (tiempo verbal, modo, persona, número, género, categoría) se ocupan los morfemas.

Así pues, cuando los hablantes de una lengua viva se encuentran con una nueva realidad y necesitan una nueva palabra para designarla, pueden optar por este mecanismo: la unión de dos o más lexemas anteriores para formar un neologismo. El resultante será una palabra compuesta.

Los esquemas más habituales para formar palabras mediante la composición son:

  • Verbo + Sustantivo: escurreplatos, paraguas, paracaídas, quitamanchas.
  • Sustantivo + Adjetivo (orden indistinto): aguamarina, salvoconducto, bajorrelieve, pelirrojo.
  • Sustantivo + Sustantivo: bocacalle, coliflor.
  • Adjetivo + Adjetivo: blanquiazul, rojigualda, verdinegro.

Éstas son las estructuras más habituales y “normales” dentro de la composición, y a las que hemos prestado atención en clase. Los ejemplos más rebuscados, inhabituales y dificultosos, como las combinaciones con pronombres (quehaceres) o con adverbios (biempensante), o acrónimos que llegan a resumir frases enteras (correveidile, pésame) o varias palabras mediante la síntesis (motel, autobús), solo deberán preocuparos en etapas más avanzadas de vuestra educación.

En numerosas ocasiones habréis notado que relacionar los libros de los que suelo hablaros con los temas que damos en clase resulta dificultoso, y a veces la relación está directamente pillada por los pelos; no es el caso del post que nos ocupa: en una obra de ciencia ficción, los autores crean un universo imaginario, futurista en este caso, donde hay realidades – objetos, situaciones, mecanismos, doctrinas, razas, etc – QUE NO EXISTEN en nuestro mundo real y que, por tanto, no tienen palabras que las designen en nuestra lengua. Los autores realizan, por tanto, un esfuerzo de creación de nuevas palabras, y uno de los mecanismos que emplean es, precisamente, el de la composición. Pero, antes de ver los ejemplos extraídos del libro, presentémoslo brevemente.

En un post anterior os hablé ya de Frank Herbert como autor de una de las sagas más populares y extraordinarias de la ciencia ficción: Dune. Pocos, incluidos el autor y su editor en el sello estadounidense Chilton Books, podían prever el impacto que tuvo esta novela en el género. Publicada en 1965, ganó los premios Nebula y Hugo, y tuvo un éxito arrollador que destrozó los, hasta entonces, acotados límites de los aficionados al género. Y, sin embargo, me resisto a recomendaros su lectura en estos momentos, por los motivos que ya os expuse en el post dedicado a Los ojos de Heisenberg. Por eso, en vez de acudir a la novela original, os hablaré de una trilogía que escribió, casi cuarenta años después, el hijo de Frank, Brian Herbert, en colaboración con el afamado Kvin J. Anderson, toda una garantía del género.

Brian Herbert es, además de su hijo, el mayor admirador del universo que creó su padre, Frank Herbert. Con Las leyendas de Dune, Brian se propuso explicar los orígenes del mundo que se refleja en la obra de su padre: se trata, por tanto, de una precuela, situada temporalmente diez mil años antes de los sucesos explicados en Dune.

La Yihad Butleriana es un libro en el que se nos presenta a una humanidad esparcida por diversos planetas en un Universo en guerra, combatiendo contra las Máquinas Pensantes; tras evolucionar y superar a sus creadores, las computadoras se rebelaron contra los humanos y derrocaron su decadente Imperio, en pro de la eficiencia y el orden lógico. Los humanos, unidos bajo la feudal Liga de Nobles, resistieron durante un milenio, hasta la nueva acometida de los engendros liderados por la supermente colectiva Omnius y los poderosos Titanes cimeks. La novela, muy bien escrita, y bastante más accesible para vosotros que la prosa original de Herbert – aunque sigue siendo complicada, no os engaño -, nos relata en vertiginosos capítulos breves los sucesos que desencadenaron la decisiva batalla contra las Máquinas Pensantes. Os la recomiendo aun sin haber leído Dune, porque será un primer encuentro con personajes memorables, como Serena Butler, Xabier Harkonnen, Omnius, Vorian Atreides, Norman Cenva y muchos más, pueblos fascinantes como los zensunni, origen de los Fremen, planetas arrebatadores como Giedi Prime, Salusa Secundus o la inexpugnable Corrin. Las leyendas de Dune no es únicamente el inicio de una gran saga de aventuras espaciales: subyacen, tras los espectaculares viajes interplanetarios y los desmedidos avances técnológicos, profundas reflexiones que son, por humanas, atemporales: la lucha por la Libertad, los desmanes cometidos en nombre del Bien Común, la ambición, la impetuosidad irreflexiva de la juventud, la pasión amorosa, los peligros de una tecnificación excesiva, la conciencia ecologista de respeto al medio ambiente, los siglos de odio que puede provocar entre dos grandes casas un acto traicionero...

Espero que os sumerjáis, ahora o más adelante, en este extraordinario universo, llevado al formato audiovisual con desiguales resultados, en una película – hoy de culto – , Dune, de 1984, dirigida por el excéntrico David Lynch y protagonizada por Kyle MacLaghlan, y en varias miniseries para TV que, a mi juicio, no están a la altura de la obra en que se basan.

Bien, veamos algunos ejemplos de palabras compuestas extraídas del libro, con las que los autores – y, en el caso de nuestra edición en castellano, el traductor Eduardo G. Murillo – designaron nuevas realidades:

Cuchidente (lexemas “Cuchillo” + “diente”) = el arma que fabricó Selim con el enorme colmillo de un monstruoso gusano de Arrakis.

Budislámico (lexemas “Budista” + “Islámico”) = perteneciente a la imaginaria religión surgida de la fusión de los antiguos credos terrestres del Budismo y el Islam.

Espaciopuerto (lexemas “espacio”+”puerto”) = el recinto desde donde despegan y aterrizan las distintas naves interplanetarias.

Psicoionización (lexemas “psique”+ “ionización”) = uno de los poderes que desatan las temibles hechiceras de Rossak, una terrible descarga de sus poderes psíquicos.

Viviseccionar (lexemas "vivo" + "seccionar") = realizar una autopsia aún en vida, uno de los muchos crueles experimentos del robot Erasmo en Corrin.

Plasacero (lexemas "plástico" + "acero") = un material maleable y fácilmente producible que tiene la dureza del más templado acero, con el que Máquinas y Hombres Libres fabrican sus múltiples ingenios.

Éstos son solo algunos ejemplos extraídos del libro, pero hay muchos más, que nos suenan extraños primero – al no reconocer el referente –, y luego perfectamente encajados en este universo tan magistralmente articulado, tan coherente en todas sus relaciones, y tan “real” que merece la continua visita de millones de admiradores y, espero, también la vuestra algún día. Nada será igual si conseguís hacer vuestros los parajes del planeta Arrakis, también conocido, según nos cuenta la inolvidable princesa Irulan, como “Dune”. No dudo que el sencillo tema que hemos tratado hoy no os supondrá problema alguno: quien quiera participar de forma más activa, puede señalar aquí los ejemplos de palabras compuestas – ficticias o no – que encuentre en este o cualquier otro libro. Salud a todos, hasta la próxima.