Minas Tirith: Ciudad de Reyes

sábado, 8 de enero de 2011

Recetas de cocina en Sombras del Imperio (Star Wars)

Mi viaje a Menorca de estas Navidades me reencontró con un viejo libro que leí a vuestra edad, cuando estaba enganchado a la – por aquel entonces – trilogía cinematográfica de Star Wars (La Guerra de las Galaxias), de George Lucas. El libro, regalo de mi hermano, se titula Sombras del Imperio, y fue mi primer y fascinado contacto con la serie de libros inspirados en el universo de Star Wars.

Star Wars se convirtió desde su estreno en 1977 en un fenómeno mundial, y, si deseáis escuchar críticas a su falta de originalidad, a sus ya desfasados efectos especiales – poneos en perspectiva, cuando se estrenaron dejaron con la boca abierta a millones de personas – o a la condición de inmensa multinacional con la que su creador se ha hecho multimillonario, en Internet abundan páginas, foros o comunidades de detractores. Por mi parte nunca oiréis tal cosa, porque esas tres películas, La guerra de las Galaxias, El Imperio contraataca y El retorno del Jedi formaron parte de mi infancia; las vi tantas veces que me sorprende que los viejos VHS de mis padres no se fundieran por el desgaste. Disfruté su argumento, sus pintorescos personajes, la inolvidable música de John Williams, los duelos a espada láser, o la romántica y, sí, algo infantil resistencia de los Rebeldes contra el malvado Imperio galáctico. Muchos de mis sueños de esa época me ponían a los mandos del Halcón Milenario, en las dunas de Tatooine, asomándome a las heladas nieves de Hoth, empuñando la espada de los legendarios Jedi o participando en los asaltos a la Estrella de la Muerte. Por tanto, soy la persona menos indicada para hablar con objetividad de esta saga: las que siguen son las palabras de un fan; y ese viejo cariño es el que me hace perdonar y aceptar tantas de sus carencias, errores o limitaciones, artísticas o literarias; el que hará que siempre, por mucho que haya crecido, por diversos que hayan sido mis gustos y preferencias desde entonces, me acerque con una sonrisa a cualquier producto – películas, series de animación, videojuegos o, por supuesto, libros – ambientado en el universo de Star Wars. Ello me llevará, además, a hablar de esos libros y ese Universo en más de una ocasión desde este espacio.

Dicho esto, volvamos al libro que ocupa esta entrada. Sombras del Imperio, obra de Steve Perry, publicada por la editorial Martínez Roca en 1996 y traducida por Albert Solé, es una magnífica novela, escrita por un especialista del género, situada entre los Episodios V (El Imperio Contraataca) y VI (El Retorno del Jedi) de la saga original de películas. Imaginad por un momento vuestra saga favorita. Imaginadla concluida, acabada, cuando ya habéis visto y repasado varias veces todos sus capítulos o episodios hasta el punto de casi haber memorizado los diálogos. E imaginad que alguien – como hizo mi hermano – os pusiera en las manos un nuevo episodio, nuevas aventuras, en las manos. Leí ese libro con voracidad y enorme alegría y, exactamente igual que con las películas, varias veces. Magníficamente escrito, las novelas de la saga Star Wars fueron – ahora lo sé – escritas por amantes de la saga cinematográfica que eran, a su vez, figuras reconocidas en el género de la fantasía y la ciencia ficción, y todas se engarzaron de forma coherente en la Historia principal ideada por Lucas. En entradas posteriores os traeré obras de Timothy Zahn, Kevin J. Anderson – a quien también conoceremos en la saga Dune -, Kathy Tyers o Rebecca Moesta. Hoy, pero, veremos la novela de Steve Perry, autor estadounidense nacido en 1947 y de su Sombras del Imperio, un libro que cuenta ya con quince años. En esta primera incursión en las obras de Star Wars, repasaremos una sencilla tipología textual, que solemos ver como ejemplo de Texto Expositivo: las recetas de cocina. A ello. Antes que nada, como siempre, una pincelada sobre su argumento.


Sombras del Imperio arranca cuando los protagonistas, el aspirante a Caballero Jedi Luke Skywalker y la princesa Leia, junto a sus amigos Lando Calrissian y el wookie Chewbacca, intentan rescatar a Han Solo de las garras del malvado Darth Vader, del que lograron escapar milagrosamente en la Ciudad de las Nubes. Intentando atrapar al escurridizo cazarrecompensas Bobba Fett, los rebeldes caerán en una siniestra conspiración que tiene como protagonistas al Emperador Palpatine – empeñado en crear una nueva y poderosísima Estrella de la Muerte –, al propio Vader – sin duda uno de los villanos más extraordinarios y recordados de la cultura popular del siglo XX – y al siniestro alienígena Xizor, un falleen, el líder del Sol Negro, la organización criminal más poderosa de la Galaxia. El libro se sucede en clave de intriga y aventuras, con varias tramas paralelas y magníficos hallazgos, como la visita al planeta-capital Coruscant, el arrogante personaje de Dash Rendar o los detalles sobre el robo de los planos de la Estrella de la Muerte por parte de los espías bothanos, clave para entender el sexto episodio de la saga (El retorno del Jedi). Si os gustaron las películas – las antiguas, o la nueva trilogía, de la que también hablaremos más adelante -, no dudéis en darle una oportunidad a este libro. 348 páginas y una traducción impecable.

Veamos ahora el tema de clase que tenemos que repasar con este libro. Si recordáis, los textos expositivos son aquellos que nos instruyen para hacer algo. Vimos algunos ejemplos, como los manuales de instrucciones o los tutoriales en internet para aprender de forma autodidacta, pero hoy vamos a centrarnos en las Recetas de cocina. Repasaremos cuál es la estructura correcta y los rasgos lingüísticos que debemos respetar para escribir bien una receta: sobre lo que cocinéis o los resultados prácticos de la misma, eso ya es cosa vuestra.


En primer lugar, debemos titular nuestra receta: exponer simplemente cuál será el plato que se preparará. No está de más incluir al final, entre paréntesis, para cuantos comensales está prevista la receta.

Después, enumeraremos en una lista los ingredientes que vamos a necesitar.

Ya en el cuerpo de la receta, escribid con brevedad y concisión. Al grano y sin florituras. Emplead preferiblemente estas tres formas cuando empleéis verbos: el INFINITIVO (cortar las patatas), la IMPERSONAL (se cortan las patatas) o la IMPERATIVA (cortad las patatas).

Si empleáis algún término que creéis que puede ser dificultoso, ofreced una aclaración con una nota al pie (por ejemplo, si en la receta decís: “pochar la cebolla”, quizá haya alguien que no sepa lo que es “pochar”. Podéis aclararlo con una nota al pie, en la que explicáis que pochar es cocer algún alimento en poco aceite y a temperatura suave. Y quedáis como unos cracks.).

Creo que, a nivel de lengua, eso es todo. Como veis, una explicación muy sencilla. Después está el aspecto visual de la receta, que debéis procurar siempre lo más atractiva posible. Emplead tipografías bonitas, combinad bien los colores, no seáis rácanos con la negrita y el tamaño de la fuente e incluid SIEMPRE una fotografía del plato – al alcance de cualquiera, aunque no sepa hacerse un sandwich de mortadela, con el Google Images –.

¿Cómo vamos a repasar esta tipología textual con un libro de Star Wars? Como podéis imaginaros, en el libro en sí no hay ninguna receta como la que hemos descrito aquí. Pero en muchos momentos, el autor detalla los platos que comen algunos de sus personajes. Y se le nota que disfruta de la comida y los placeres de la mesa: parece relamerse, e inventa alimentos, sabores, texturas con la libertad absoluta de quien escribe sobre un universo ficticio. A mí, al menos, me picó la curiosidad; leamos un fragmento del libro y lo veréis por vosotros mismos. El príncipe Xizor, el malvado líder del Sol Negro, se dispone a ir a cenar al Menarai, el mejor restaurante de Coruscant, que es lo mismo que decir de todo el Imperio Galáctico. Veamos como imagina Steve Perry la “alta cocina” del universo de Star Wars:

Bien, ¿y qué iba a cenar? La flekguila era excelente. La mantenían con vida hasta el momento en que era sumergida en aceite de pimienta hirviendo, y esa misma mañana los ejemplares habrían estado nadando en el mar de Hocekureem, a años luz de distancia de allí. El yam relleno y el bistec de plicto también eran excelentes, al igual que el caracol gigante ithoriano recubierto con mantequilla de nuez esponja. O quizá un estofado de gambas terrestres de Kashyyyk... Había muchas posibilidades y todas ellas eran muy atractivas. (página 81)

¿No se os hace la boca agua? ¿Qué narices será el plicto? ¿De qué tamaño estamos hablando cuando dice caracol “gigante”? Disculpad la salvajada de la preparación de las pobres flekguilas: los chefs al servicio del Emperador no parecen especialmente sensibles con los animales. En el otro extremo, en Sombras del Imperio podemos ver como se alimentan los protagonistas a bordo del Halcón Milenario, en el transcurso de uno de sus múltiples viajes espaciales. Lando ha preparado estofado de giju, y, a juzgar por la opinión de la princesa Leia, no parecía haber acertado con la receta:

Leia echó un vistazo al contenido de la bandeja y pensó que parecía un cruce entre el plástico de bota derretido y algo de fertilizante, con un poquito de vegetación podrida de pantano espolvoreada por encima. Además, también apestaba como imaginaba que habría apestado esa combinación. (página 61).

Como veis, el estofado de giju de Lando tiene una pinta bastante nauseabunda. Como todos se niegan a probarla, picado en su orgullo, Lando se llena la boca con su “creación”: enseguida está a punto de vomitarla, y entre sudores y estremecimientos, reconoce “haberse pasado un poco con la especia boonta”. Y, tras reírse, los héroes de la Alianza Rebelde abren un par de latas presurizadas de judías.

¿Seríais capaces de escribir las recetas de cualquiera de los platos de los que hemos hablado aquí hoy? Estoy seguro de que sí. Enunciaríamos el título de la receta (Caracol gigante ithoriano recubierto con mantequilla de nuez esponja, para dos personas); después, enumeraríamos en una lista los ingredientes (aquí tendríamos que inventárnoslos, claro, algo así como 2 caracoles gigantes del planeta Ithor, 200 gramos de mantequilla de nuez esponja, tres ramas de luz de luna...). Y a continuación, desarrollaríamos la receta en sí. (Preparar la mantequilla, espolvorear la especia, rayar la hignosiosis, etc.). Animaos a intentarlo, o al menos, a sumergiros en esta magnífica novela, donde podréis leer más sobre recetas y muchas otras maravillas del Universo creado por George Lucas en aquel lejano 1977. Saludos, hasta otra.


2 comentarios:

  1. MUAHAHAHAHAHAHA esas galletas de Star Wars son geniales xD ¿Qué tal las navidades? A mi en cierto modo no me han ido tan desastrosas como creía, a pesar de que mi Blackberry justo el día 31 murió... Y ahora tengo follones con Robafone, para variar... xD
    Los reyes también se han portado bastante bien, la Wii para echarme unos vicios a los Rabidds y tal jajaja

    Feliz año profe, tant de bó aquest any porti salud, perres, i tot allò que ens faci falta...

    Petoneeeeeeets!

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  2. Bueno, Aitana, como te dije esta mañana, toda ha ido muy bien y aquí estamos de vuelta. Deja de insultar a los que te roban, que luego cogemos mala fama en el barrio. Una Wii? Pffff.

    Bon any a ti también. Tiene guasa que saludes en catalán. Tú. XD. Apa, nos vemos en clase.

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