Minas Tirith: Ciudad de Reyes

miércoles, 14 de julio de 2010

Cuentos de la Dragonlance


Bien, pasado el primer momento de incontenible euforia mundialista, podemos reincorporarnos al objetivo inicial del blog: explicar conceptos que hemos estudiado en clase basándonos en libros de fantasía épica o ciencia ficción.

Hoy hablaremos sobre un género literario enormemente fecundo y que no siempre es tratado con la altura y el respeto que merecería: me refiero a los CUENTOS.

Ya vimos en las sucesivas clasificaciones de los géneros literarios que la novela se imponía de forma avasalladora entre los textos en prosa, sobre todo a partir del siglo XIX. Sin embargo, esta preponderancia de la novela no debe hacer que olvidemos o desdeñemos esta forma literaria tan particular, la del CUENTO, algunas de cuyas manifestaciones se cuentan entre los hitos de las letras de todos los tiempos.

Repasemos primero, de forma sucinta, las características del cuento:

  • Suele estar en prosa.

  • Es más breve que una novela (aunque esto es muy relativo, tendría que poder leerse sin interrupciones sin demasiados inconvenientes)

  • Suele repetirse la clásica estructura de Introducción – Nudo – Desenlace.

  • No hay demasiada variedad temática (cada cuento suele ocuparse de un único tema principal).

  • Solo suelen describirse con cierta profundidad a los protagonistas.

No trataremos aquí – nos ocuparemos más adelante, en un post por venir – los cuentos populares, de la tradición oral, donde también se encuadran las leyendas o los mitos, y que presentan múltiples versiones y características propias; hoy observaremos los cuentos que son escritos con vocación literaria – recordad, crear belleza a través de las letras – por un autor que suele ser conocido.

Los cuentos son magníficas vías de entrada a la literatura. No tenemos que confundir simplicidad o brevedad con mala calidad; es más, muchos de vosotros tenéis hábitos de lectura más bien escasos (en otro post, no temáis, nos ocuparemos del noble arte del eufemismo). Si no estás acostumbrado a correr, empezar a intentarlo en la maratón de Nueva York no parece una buena idea: de igual forma, muchos de vosotros podéis mirar con pavor algunos de los tochos de los que os vengo hablando y sentiros más animados ante las 25 o 30 páginas que puede ocupar un cuento. La cuestión, como os digo siempre, es que leáis. ¿Poco y de vez en cuando?. Será mucho mejor que nada y nunca. ¿Mucho? Como dice nuestro refranero – o lo dirá pronto –, hay que curtirse en campos de tierra de tercera antes de disputar Mundiales.


¿Cuáles son los cuentos que hemos estudiado en clase? Algunos de los ejemplos más renombrados del género, no solo de nuestras letras. Para los olvidadizos o los que estuvieron directamente en trance, os traeré a la memoria los nombres de don Juan Manuel, autor del recopilatorio de cuentos medievales El conde Lucanor (por cierto, el plagio o la “inspiración” ya era común y corriente antes de la era Google: nuestro autor castellano recupera y reformula historias muy antiguas, algunas originarias de Arabia o la India); de Chaucer, el británico que escribió los Cuentos de Canterbury; no olvidemos tampoco al italiano Bocaccio y su Decamerón. En cuanto a autores más modernos, es indispensable señalar a los alemanes Jakob Grimm y Wilhelm Grimm, los célebres hermanos Grimm, autores de cuentos omnipresentes en nuestras infancias – aunque fuera a través del filtro de la factoría Disney – como La Cenicienta, Hänsel y Gretel o Juan Sin Miedo. Son estos los cuentos que más he trabajado, pero no quiero acabar sin recomendarle a aquel que le guste el género que no olvide a autores menos populares por más “difíciles” o “serios” pero que, igualmente, contribuyeron a engrandecer el prestigio del género: Aldecoa, Borges o Bécquer (en sus Leyendas), por poner tres ejemplos casi imprescindibles. Si alguien quiere echar un vistazo a alguno de los cuentos de los que hemos hablado, seguid los enlaces incluidos en los títulos.

Aclarado el tema del post, veamos como podemos relacionarlo con alguna de las obras que protagonizan este blog; en realidad, la búsqueda ha sido muy sencilla esta vez. Cuando la saga Dragonlance alcanzó el éxito arrollador tras las dos primeras trilogías concebidas por Margaret Weis y Tracy Hickman, la editorial TSR comenzó a pedir colaboraciones de otros escritores que engrandecieron el mundo fantástico de Krynn. En ocasiones, en vez de pedir novelas enteras (como Fistandantilus o Vinas Solamnus, el primer caballero), requerían colecciones de cuentos. Acostumbran a versar sobre un tema o una época de la historia de Krynn concreto, lo que permitía editarlos con una mínima cohesión en un libro recopilatorio. La fórmula funcionó magistralmente, y desde entonces se sucedieron los libros de cuentos en el universo Dragonlance. A mí, personalmente, me fascinan. Hay, obviamente, diferencias enormes de estilo y calidad, pero lo bueno de un cuento es que no exige demasiado tiempo y que, de no gustarte, no tienes más que pasar las pocas páginas que te separen del siguiente. Pero lo que más me gusta de ellos es su carácter más cotidiano. Es lo que Miguel de Unamuno llamaba la “intrahistoria”: narraciones sobre personajes anónimos, con vidas más cotidianas – dentro de la cotidianidad de un universo donde existen los Dragones, los poderosos hechiceros, terribles monstruos y luchas entre dioses y hombres -, mediocres a veces, y que no serían – en palabras de Raistlin – más que “guijarros en el caudaloso río de la Historia”. Muchas veces tienen mucho más encanto que las obras mayores, sobre todo cuando el momento en que se encuadra – por ejemplo, la Guerra de los Espíritus o el Cataclismo – o el personaje en el que se basa – algún viejo conocido de otra novela, como Sturm, Tas o Raistlin, o alguna raza o profesión, como los Enanos hylar o los Caballeros de Neraka – despiertan tu interés y te hacen querer saber más sobre ellos.


El libro que emplearé hoy como ejemplo se titula El reino de Istar. Se trata del primer volumen de la Segunda Trilogía de los Cuentos de la Dragonlance, que se completa – quizá algún día vuelva a hablaros de ellos – con los títulos El Cataclismo y La guerra de la Lanza. El reino de Istar incluye un total de ocho cuentos (aunque el último, Hilos de seda, obra de Weis y Hickman, casi puede considerarse una novela corta), y yo voy a centrarme, si me lo permitís, en mi favorito: Estofado kender, de Nick O'Donohoe (páginas 65-106 de la edición en Timun Mas).

En Estofado kender se nos narran las vivencias de un maduro preceptor – o, si lo preferís, profesor – solámnico en una academia de Xak Tsaroth donde entrena a los futuros Caballeros de Solamnia. Este amargado y terrible instructor reflexiona sobre la caballería, recuerda vivencias pasadas más felices, y tiene que enfrentarse al reto de tener entre sus alumnos a Tarli, un extraño muchacho, atacado por todos, ingenuo e inocente pero también espabilado y con un punto salvaje y despreocupado. El relato de sus clases, de las novatadas, de las miradas hoscas del sacerdote amigo de Moran, el preceptor, constituyen un cuento hermoso, evocador de esos días tristes, decadentes y sin horizonte previos al Cataclismo. Además, reproduce experiencias y comportamientos entre profesores y alumnos, o entre éstos como compañeros, que no dudo os resultarán familiares. Y espero que os guste el final, que no osaré 'spoilearos aquí, y que os invito a conocer durante el verano.

He elegido Estofado kender por una simple preferencia personal: si os acercáis a este libro, sed libres de empezar por donde queráis; El deseo del goblin es uno de los mejores cuentos que he leído sobre este universo; Los matices de la fe interesará a quien le gusten los clérigos y sanadores de Krynn, así como Las tres vidas de Horgan Embaucabueyes complacerá a los admiradores de los duros enanos de Thorbardin. En cuanto a Hilos de seda, el más largo del libro, y que tiene su continuación en el siguiente volumen de la trilogía, es, como ya os dije, casi una novela corta, pero no por ello deja de ser recomendable. Os lo dejo a vuestra libre elección. Sea cual sea, disfrutadla, y tener en cuenta estos sencillos conceptos sobre los cuentos. Un saludo.

2 comentarios:

  1. Hay dos cuentos muy impactantes: "Las calzas verdes" de Emila Pardo Bazán y "La llamada" de Luis Mateo Díez que nos son conocidos pero cuando los lees no lo olvidas. Muy buen artículo, yo introduciría "Estofado kender" en el listado del próximo curso. Saludos cordiales, Mila.

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  2. Gracias, Mila, tus comentarios siempre son bienvenidos. Leí el de Pardo Bazán en la facultad, de La llamada, primera noticia, pero ya sabes que esta clase de cuentos - cualquier clase de cuentos - no son muy populares en la ESO. Un saludo, pasa buen verano.

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