Minas Tirith: Ciudad de Reyes

martes, 2 de noviembre de 2010

Un Premio Cervantes "chico", pero matón.

Según me hace notar Esther, autora del maravilloso Sapere Aude y profesora de Secundaria en Caspe (Zaragoza), el pasado 19 de octubre se entregó el XV Premio Cervantes Chico. Este premio, del que hasta ahora reconozco no había tenido noticia, es el máximo galardón a la obra de un autor de literatura infantil y juvenil en lengua castellana. Es, por tanto, el equivalente de su “hermano mayor”, el Cervantes, dedicado a los escritores que dedican sus obras, esfuerzo, ideas, trabajo e ilusiones al fomento de la lectura entre los más jóvenes. Me complace por tanto hablar desde aquí de este Premio, tanto más cuando conozco una obra del autor que lo ha recibido, y a la que
dedicaré esta entrada. El ganador del Premio Cervantes Chico ha sido el escritor aragonés Fernando Lalana, y el libro del que os voy a hablar se titula Silvia y la máquina Qué, escrita por Lalana en colaboración con otro autor, José María Almárcegui.

Antes que nada, una justificación sobre el encaje de una obra como ésta en un blog como el mío: os diré que no puede ser más apropiado. Silvia y la máquina Qué es un libro precioso que retrata un ambiente rural en una ficticia localidad de los Pirineos, pero durante su trama se verán elementos que pueden encajarse perfectamente en el género de la ciencia ficción. No a niveles de futuros lejanos, inmensos avances tecnológicos y colonizaciones espaciales; pero sí surgen en sus páginas máquinas inteligentes, Factorías que se asemejan a seres vivos, y fábulas que no desmerecen una lectura en clave ecologista pese haber sido concebidas hace ya veinte años, cuando el respeto al medio ambiente y la voracidad del desarrollo industrial no eran temas tan cool como lo son ahora.

Dicho esto, sólo deciros que me regalaron este libro cuando iba a 2º o 3º de E.S.O., no recuerdo. Debió ser a los catorce años, más o menos. Ya entonces era “curioso” – aunque con menos barba -, y me leí la obra de Lalana y Almárcegui, disfrutándola enormemente. Era totalmente distinto a todo cuánto yo estaba acostumbrado a leer. No había guerreros, ni magos legendarios, ni cosmonautas ni malévolos asesinos. Los protagonistas eran una cría de nuestra edad, Silvia, jovial y llena de vitalidad, siempre sonriente y contenta, y sus seis abuelos – sí, yo también me pregunté como podía alguien tener seis abuelos... -, unos vejestorios – dicho con todo el cariño – achacosos, cascarrabias, pobres, apegados a sus casas de un pueblo diminuto y casi deshabitado en los Pirineos de los años cincuenta, creo recordar. La trama es enganchante, el ritmo ágil, las secuencias – como capitulillos – breves, por lo que no os desaniman, y sin embargo consiguen engancharte queriendo saber siempre como continúan las aventuras. Los personajes son muy pintorescos. Recuerdo con especial cariño al abuelo Prudencio, una especie de “genio” frustrado autodidacta, remedo entre el profesor Frink y Aristóteles a lo aragonés, o al malo, del que no retengo, lástima, el nombre – el libro del que os hablo está en mi casa en Menorca, intentaré traérmelo a Barcelona el próximo viaje –, pero del que recuerdo una versión regordeta y bajita del señor Burns (no os metáis conmigo, Los Simpson han marcado mi percepción de las cosas para siempre). Y bueno, muchos más, como los ingenieros Davidson y Prokofiev, o un fantasma brutal, desternillante, y eternamente avariento y codicioso, pero a esos y a tantos otros tendréis que conocerlos vosotros. No os decepcionará.

Una pincelada sobre el argumento: Silvia es una chica feliz que vive, como os he dicho, en un diminuto pueblo rural de los Pirineos llamado Arás (un pueblo inventado por los autores, aunque el entorno sea perfectamente reconocible) junto a sus seis abuelos. Arás tuvo un período de esplendor durante los años de la Primera Guerra Mundial cuando una fábrica suiza de sopa concentrada – se nos presentan como los competidores de Maggi – se instaló en los virginales y frondosos bosques del norte de Arás. El progreso tecnológico destrozó en pocos años el valle, contaminando, consumiendo toneladas de madera, segando la vida de miles de árboles, perturbando el ecosistema de miles de animales... pero llenó el bolsillo de los habitantes de Arás. Unos años después, sin explicación alguna, los suizos abandonaron la fábrica y dejaron el valle para siempre, arruinando para siempre a la comarca y dejando el medio ambiente lamiéndose las heridas. Desde entonces habían pasado cuarenta años, y sólo los seis abuelos de Silvia y ella misma resistían allí: todos los demás habían abandonado el mísero pueblo y habían emigrado a la – pequeña – ciudad, Santa Tecla, o más allá. Los abuelos obtienen el dinero para sobrevivir empeñando cosas, es decir, cambiando cosas por dinero, el equivalente de la época al Cash converters, que os sonará más. El caso es que cada trimestre le toca a uno desprenderse de algún viejo recuerdo o resto de las riquezas acumuladas: la lectura política de semejante solidaridad cooperativista sería interesante, pero no nos desviemos. La aventura empieza al producirse el viaje para empeñar una máquina de coser, por los imprevistos que le surgirán a Silvia y a su osado y muy “echaopalante” abuelo Esteban, cuando se cruce en su camino un extraño ¿personaje?: una auténtica máquina Davidson & Prokofiev. Desde ese instante, el libro se convertirá en una sucesión de aventuras, recuerdos, personajes surgidos del pasado para aclarar enigmas, ofrecer respuesta y algún oscuro propósito más. Mientras, a nuestros protagonistas se les planteará el hermoso tópico de la “segunda oportunidad”.

No os perdáis su lectura, y esta vez puedo recomendárosla en todos sus niveles. Esta es una obra específicamente para vosotros: es literatura juvenil de calidad. Soy muy consciente que muchos de los libros de los que habitualmente hablo aquí son poco o nada adecuados para vosotros y que, en demasiadas ocasiones, os resultarían algo inaccesibles; este, pero, es el caso más alejado a ello. Silvia y la máquina Qué es una magnífica obra de dos especialistas en literatura orientada para gente de vuestra edad; sobre su calidad, baste ver que su autor, Fernando Lalana, recibió hace menos de dos semanas de manos de la Princesa Letizia el Cervantes Chico, como habéis visto en la noticia que encabezaba la entrada; y, aún más, la propia novela mereció en 1991 el Premio Barco de Vapor de la editorial SM. No os perdáis su lectura, que os recomiendo hondamente, pues os es accesible a todos y os reportaría grandes momentos. No se me hubiera ocurrido mejor acceso light a la ciencia ficción que la obra de Lalana, y le agradezco a Esther el haber sabido de su Premio. Nos vemos en clase, un saludo.

Imagen: EFE, en El Heraldo de Aragón. Fuente.

* * * * *

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,

ella pondrá dos piedras de futura mirada

y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

en la carne talada.


Miguel HERNÁNDEZ, “El herido”, en El hombre acecha. (1938-39)

30 octubre de 2010. Centenario del nacimiento de Miguel Hernández.

5 comentarios:

  1. Tentador... Pero no es lo mio los libros de ficción. Soy mas de libros con historias reales ( o no reales, pero que podrían serlo ) y libros de esos que cuentan historias que hacen reflexionar sobre que puñetas hacemos con nuestra vida. Pero me ha parecido tentador éste libro de "Silvia y la máquina Qué". Y como tu recomiendas éste, te recomiendo yo "Todo por una chica" de Nick Hornby , tiene parte de fantasía y parte real ( http://www.anagrama-ed.es/titulo/PN_728 ) me gustó muchísimo... Lee lo del link que te he puesto y si te interesa, te dejo el libro ( es de esa editorial ). Me gustó muchísimo e incluso lo recomendaría para lectura obligatoria de la ESO. Siempre he opinado que nos ponen libros tontos que no podremos aprender de ellos nada para la vida. Yo pondría libros como "El diari blau de la Carlota" o como éste que te recomiendo. Mi escritor favorito es Nick Hornby ( he leído más libros de él ) y Gemma Lienas ( me quedarán 2 o 3 para leerme todos sus libros ) . Tengo una ligera sospecha de que Jorge ha leído mi blog o algo jajaja, en Cultura Clásica me dijo: A ti te gusta escribir, ¿Verdad?. A lo que yo le dije: Bueno si, ¿Porqué? . Y me respondió con todo el morro: Cosas mías. Jajaja

    Mañana no, el próximo día de clase te daré eso que acordamos tu y yo. Nunca he tenido maña con la ortografía ( utilizo Chrome por esa preciosa extensión de Corrección de ortografía ) y cada vez que se me ocurre algo lo añado y he de volver a mi madre a que me lo corrija por eso tardo tanto en entregártelo, ¡Perdón!


    Un besito profe, dejo ésto ya que cuando me pongo a escribir me enrollo más que una persiana xD


    Por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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  2. Mersi por tu comentario, Aitana, siempre un placer leer tus persianas. Si algún día te animas con la ficción de Silvia y la Máquina Qué te convencerá, creéme. He mirado el enlace a Anagrama: como dices tú de mi post, tentador, aunque se aleja seis pueblos de lo que me gusta leer.

    Mi opinión: ficción de calle. Quizá me guste la evasión, quizá en ocasiones la realidad hiera demasiado para verla reflejada también ahí, en páginas que deben ser descanso, placer y gozo. En cualquier caso, lee, Aitana. Leed todos. Lo que os guste. Siempre. Ens veiem, al·lotetes ^^

    PS: ¿Jorge? ¿¿Die dionde diices quie es il arbitrro?? Ya está todo dicho. XD

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  3. Échale un vistazo al siguiente videojuego
    http://www.youtube.com/watch?v=0y8F0dQM1DI
    Me parece que merece la pena. Saludos cordiales, M

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  4. Mil gracias, Mila, un teaser impresionante de un juegazo, se nota la huella del God of War, le van a salir imitadores hasta en la sopa. Castlevania es una saga mítica, de cuando yo era un crío, y me parece acertada como puerta de entrada lúdica a este mundillo. Mersis por el vídeo, abrazos

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  5. Gracias, Germán, por tus palabras elogiosas hacia Sapere aude! Tomo nota de la lectura que citas, que todavía no he leído. Por lo que cuentas dará mucho juego en clase.
    Un abrazo.

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