Minas Tirith: Ciudad de Reyes

domingo, 27 de junio de 2010

Historia(s) de la(s) Lengua(s)

Los días de 3º de ESO en los que tenemos que ocuparnos del tema que hoy nos ocupa suelen convertirse en sesiones de tortura para vosotros: pocos conceptos se me ocurren ahora que susciten tan unánime rechazo en mi asignatura como Historia de la lengua española; algunos de vosotros detestáis la ortografía, ignoráis la acentuación, maldecís la sintaxis y os enfurruñáis ante cualquier mención al hecho literario, pero todos y cada uno de vosotros parecéis poneros de acuerdo para odiar con todas vuestras fuerzas esas ocho páginas del sexto tema de 3º de ESO.

Si te sientes muy identificado con esta introducción, entenderé que el post se te hará probablemente insufrible y entenderé que dejes de leerlo en este instante. Si sigues adelante, quiero creer que, como todos – incluido yo en su momento, por supuesto – consideras este tema árido y poco estimulante, pero que te propones entenderlo lo mejor posible, fiándote de la palabra de tus educadores – es decir, de la mía en este instante – sobre la importancia de la cuestión y la idoneidad de dedicarle un esfuerzo a su asimilación.

Aquellos que me habéis sufrido en clase sabéis cuánto insisto en que las lenguas están vivas. Suelo añadir después que esto solo afecta a las lenguas vivas, y suelo ganarme una galería de cejas levantadas y miradas fulminantes. Diferenciemos, aún así, lenguas muertas como el latín clásico, que no cambiarán y permanecerán estáticas e inmutables mientras no sean empleadas por una comunidad viva.

El español es una lengua viva, y su comunidad de hablantes es de las más numerosas del mundo. Está sometida a la enorme presión del mundo moderno, cuyos vertiginosos cambios apenas pueden ser reflejados en el lexicón; tiene una inmensa variedad dialectal debido a los numerosos y alejadísimos países donde se habla; convive, además, con otras muchas realidades lingüísticas, en muy distintas situaciones, siendo acusada de opresora en muchas ocasiones – el nacionalismo gallego denuncia desde hace mucho la agresividad del castellano, rozando la creación de una situación de diglosia; los indígenas bolivianos y peruanos aymarohablantes consideran que la presión del español ha abocado a la lengua de sus ancestros a la extinción – y teniendo que defenderse en otras ante los ataques de otras lenguas preponderantes, especialmente el inglés en el contexto norteamericano.

En esta primera introducción que vemos en 3º, hablamos sobre los cambios que sufre el latín hablado en la Península Ibérica desde su romanización en los tiempos de Escipión el Africano y la Segunda Guerra Púnica. Contemplamos como los cambios que modifican una lengua son paulatinos y muy lentos, y solo se aprecian con el transcurso de las generaciones y la visión panorámica que nos ofrece la distancia histórica. Las primeras transformaciones que vemos son las de tipo fonético, e introducimos algunas leyes iniciales que afectan a los sonidos producidos por los habitantes de la Hispania postimperial y que acaban dando pie a la nueva lengua romance, el castellano – pues en el Reino de Castilla, hegemónico en la reconquista peninsular, tiene su origen -:


  • la conversión de los grupos PL-, FL-, KL- a LL- (pluviam a lluvia, flama a llama, clavem a llave)

  • la aspiración de la F- inicial átona y su posterior señalización con una Hache inicial: filius a hijo.

  • La caída de la -m final del caso acusativo: senatum a senado, equinum a equino.

  • La sonorización (pasar de sordas a sonoras) de las oclusivas (recordad la mnemotecnia: la BoDeGa son las sonoras y la PeTaKa son las sordas): [p] a [b], apiculam a abeja, o lupum a lobo, [t] a [d], vitam a vida, [k] a [g], aquam a agua.


En esta lección, además de la correcta utilización de los corchetes para escribir el lenguaje fonética, también insisto, y con qué pesadez, en la estrecha relación entre los sucesos históricos y la evolución de la lengua. Es tan intrincada esa relación que nos permiten estudiar las primeras etapas de esa evolución con etapas significativas de la Historia de España que ya os están introduciendo en la asignatura de Ciencias Sociales.

Así, desde la desmembración del Imperio Romano – a finales del siglo V d.C. todavía se habla latín vulgar en Hispania –, observamos la influencia que tendrán los germanismos en los tres siglos siguientes. ¿Por qué? Porque germánicos eran los bárbaros - ¿os expliqué el origen de este término? Bar bar significaba balbucear en griego, y estos orgullosos helénicos designaban así a todo aquel que no hablaba su lengua, el griego, y por tanto, no era culto o civilizado; en realidad, no era más que una designación despectiva para “extranjero” engendrada en la autocomplacencia – que invadieron la península después de la caída de Roma: los visigodos. Aunque adoptaron la lengua de sus conquistados – más culta y refinada, pese a ser la lengua de un imperio en ruinas humeantes -, incorporaron giros, estructuras gramaticales y, por supuesto, palabras.

El proceso se repitió con el árabe tras la invasión omeya de la península y el establecimiento de la provincia de Al-Andalus, luego califato y punta de lanza del poder musulmán medieval. Los hablantes de aquel antiguo latín vulgar no cambiaron su lengua, no adoptaron el árabe de sus conquistadores, pero añadieron palabras y estructuras especialmente visibles en el dialecto sefardí. Tras la Reconquista y progresiva expulsión de los árabes, se consolidó poco a poco el poder del Reino de Castilla y con ello, el prestigio de su lengua. El latín clásico, escrito, que no había experimentado cambio alguno en los siglos pasados, ya no era entendido por los legos, aquellos que no eran clérigos – la minoría letrada, alfabetizada, se reducía al clero, los sacerdotes cristianos y a una ínfima minoría de la nobleza. ¿Cuál es el problema que surge? Los sacerdotes escribían en latín pero no podían hacerse entender al pueblo: algún monje, con buen sentido pragmático, tradujo unas líneas confusas de un texto religioso en los márgenes, anotándolos en el dialecto - ¿ya lengua? - que se hablaba en la calle cotidianamente. Y con ello entró en esta Historia, pues suyas son las Glosas Silenses, la primera muestra escrita en castellano que hemos podido conservar.

La Historia Medieval no suele ser un tema que os interese lo más mínimo, por lo que entiendo vuestras dificultades para seguir una lección como ésta. No podemos hacer otra cosa que simplificar las cosas al máximo, esbozar lo más importante de cada época y recordar solo ese detalle definitorio, colocándolo en su correcta cronología. Intentaremos hacerlo de la forma menos traumática posible y que me perdonen los puristas – si alguno de ellos llegara, Dios no lo quiera, a leer esto – la festiva clasificación:

  • Balbuceando. El origen de una lengua siempre es hablar mal otra, su antecesora. Los habitantes de la península Ibérica empiezan a hablar mal el latín en estos siglos; las influencias que reciben se deben a los distintos pueblos que conquistan su territorio: los visigodos (germanismos, desde el siglo V) y los árabes (arabismos desde el siglo VIII).

  • No sé que hablo. Los habitantes de Hispania ya hablan tan mal el antiguo latín, que han dejado de entender el latín clásico que conservan por escrito. Primeras traducciones del latín al nuevo ¿idioma?: Glosas Silenses en el siglo XI.

  • Infancia del castellano. Recién nacida, aún pequeña y con cierto caos y anarquismo en su devenir, primeras muestras del castellano. Conciencia de que lo que hablamos ya no es latín y es una lengua nueva: tomará el nombre de su reino, el castellano, y el más letrado de sus reyes, Alfonso X el Sabio, le dará el impulso definitivo. (escritorio alfonsí en el siglo XIII). Además, algunos de los que aspiran a hacer literatura – crear belleza mediante la palabra – eligen por primera vez la nueva lengua: el Cantar de Mio Cid será la primera muestra de poema épico en castellano, y Don Juan Manuel será el mejor exponente de nuestra recién inaugurada prosa.

  • Adolescencia. (siglo XV) Con el devenir del tiempo, aumenta la confianza, se consolida su uso, y se inicia la arrogancia y el deseo de dominio; se aunará la fascinación por las lenguas clásicas y los usos italianizantes – juventud influenciable – y la ligazón al destino del Reino, irrefrenable en sus ambiciones políticas.

  • Madurez y Brillo. Lengua plenamente consolidada, su momento de mayor prestigio quizá coincide con la hegemonía política (siglo XVI) y el salto a las colonias americanas. Sin embargo, la excelencia literaria, que la encumbrará entre las lenguas de cultura se producirá en medio de la hecatombe y decadencia política. De los siglos de Oro (sobre todo, XVII) pido que recordéis cinco nombres imprescindibles: los poetas Quevedo y Góngora, las novelas de Cervantes y los dramaturgas Lope y Calderón.

  • Oficialización. Con la creación de la Real Academia Española (siglo XVIII), iniciativa tomada por el primer monarca Borbón, Felipe V, a imitación de su tío, el rey de Francia, se oficializará la lengua, sancionando su correcto uso con la redacción de una gramática, una ortografía y la fijación de un Diccionario. Los cambios, atolondrados y vertiginosos al principio e inestables y frecuentes desde Alfonso X, se harían con la RAE mucho más pausados y comedidos. Observaréis cuando leamos muestras del XVIII como podéis entenderlas casi a la perfección, no siendo esto cierto con un poema, por ejemplo, de Garcilaso.

Bien, ¿cómo podemos intentar apoyar semejante explicación con un libro de fantasía épica? La oportunidad me la brinda un viejo conocido, del que ya os he hablado antes: David Eddings, autor de una trilogía de la que ya os hablé, el Tamuli, y a la que hoy volveremos a referirnos. En un post anterior me refería a la habilidad con la que Eddings – y su traductor al español – había reflejado las distintas variedades sociales en el habla de sus personajes. Felizmente para mí, en esa misma trilogía encontramos ejemplos de una lengua cronológicamente muy anterior a la que utilizan los protagonistas: podemos pues, compararlas y apreciar los cambios que han sufrido, permitiéndonos además comprobar cómo las lenguas vivas siempre cambian con el devenir de los siglos.

En La ciudad oculta, último volumen de la trilogía, el caballero Sparhawk se dirige al enfrentamiento final contra sus enemigos en la ciudad sagrada del malévolo dios Cyrgon, oculta a todos los mortales desde hace siglos. En el transcurso de sus aventuras, ya en el segundo volumen de la trilogía, había vuelto en busca de la reliquia más poderosa del mundo, el Bhelliom; el Bhelliom estaba encerrado en una rosa de zafiro desde hacía eones y, por tanto, su lengua había permanecido inalterada durante todo este tiempo. Cuando es rescatada por Sparhawk y se dirige a él, apreciamos los arcaísmos y las diferencias entre su lengua y la del caballero pandion: ¿hablan la misma lengua?, sí; ¿comparten el cronolecto?, no. Veamos algunos ejemplos de una variedad “antigua” de la misma lengua extraídos del libro de Eddings:

Esas puertas nuevas son de madera, y la madera decae como la carne. —Levantó los ojos hacia las nubes de color gris sucio—. ¿Podéis vos facer alguna conjetura sobre la hora del día?

No faltan más de dos horas para que caiga la noche —replicó Adras.

Entonces, continuemos adelante. Nos es menester hallar otra puerta que permita huir a los que nos enfrentaremos esta noche.

¿Y si no la hay?

Entonces, los que quieran escapar habrán de buscar otros medios. Siento reticencias a dejar en libertad el pleno poder de la maldición de Edaemus. Mas, si la necesidad me obligara, no retrocedería ante tan severo deber. Si escaparan, bien. Si decidieran quedarse y luchar, faremos lo que debemos. Yo os aseguro, Adras, que cuando el sol salga mañana, no quedará entre las murallas de Norenja ninguna criatura viviente. (página 361)

¡Agora sois de verdad Anakha, fijo mío! —se regocijó Bhelliom—. La voluntad vuesa es agora la mi voluntad. Todas las cosas son agora posibles para vos. Fue la voluntad vuesa la que venció a Azash. Yo no fui sino el instrumento vueso. En esta ocasión, empero, vos seréis el mío. Forjad armas con la vuesa mente y enfrentaos a Cyrgon. Si el vuestro corazón es veraz, no podrá vencer contra vos. Agora, marchad. Cyrgon os aguarda. [...]

¡Venid, Anakha! —rugió—. ¡El nuestro enfrentamiento fue predicho antes del comienzo de los tiempos! ¡Éste es el destino vueso! ¡Se os honra por encima de los demás a caer por la mi mano!

(EDDINGS, David. La ciudad oculta. Grijalbo, 1994)

Como podéis ver, el traductor ha hecho un esfuerzo encomiable para volcar el que sin duda era inglés arcaico que empleó Eddings a un castellano arcaizado, que coincidiría en muchos aspectos – no en todos – con la lengua que se empleaba en nuestros siglos medievales. Fijaos en los rasgos más significativos que nos muestra una obra profana como ésta: palabras arcaicas como “agora” (y no “ahora”), “menester” (en vez de “necesidad”), “vuesa” (y no “vuestra”), etc. Además, se emplea el voseo, se unen dos determinantes (“la mi mano”, y no “la mano mía” o simplemente “mi mano”), se conserva en una ocasión la [f] inicial (faremos, en vez de “haremos”).

Os animo a que lo intentéis vosotros mismos. Leed este extracto del capítulo 33 y actualizadlo al castellano actual, señalando los arcaísmos que denotan su antigüedad:

Observad, entonces, fijo mío, y aprended. —Se produjo una larga pausa—. No es la intención mía ofenderos pero ¿por qué me habéis presentado aqueste asunto?

Yo di la mi palabra de que sellaría el valle, padre.

Entonces, selladlo.

No estaba seguro de poder fablar todavía con vos para solicitar el vueso auxilio.

Vos no habéis menester del auxilio mío, Anakha..., ni del mío ni del de ningún otro. ¿No os ha convencido el encuentro con Cyrgon de que todas las cosas son posibles para vos? Vos sois Anakha y el fijo mío, y no hay otro como vos en todo el estrellado universo. Fue menester faceros desta guisa para que el mi designio pudiera alcanzarse. Cualquiera cosa que ficisteis a través de mí, podríais haberla logrado fácilmente con la vuesa mano. —La voz hizo una pausa—. Estoy, no obstante, algo complacido de que no conocierais las vuesas capacidades, pues me ha dado alguna oportunidad de llegar a conoceros. Pensaré a menudo en vos durante el mi interminable viaje. Continuemos pues hacia Delfaeus, donde el vueso camarada Vanion y la nuestra muy querida Sefrenia serán unidos, y donde vos presenciaréis una maravilla.

¿Qué maravilla en particular será aquesta, Rosa Azul?

Difícil es que fuera una maravilla para vos, si la conocierais con antelación, fijo mío.

(EDDINGS, David. La ciudad oculta. Grijalbo, 1994)

Un post largo y exigente. Si realmente has llegado hasta aquí, no puedo más que agradecértelo y a hacerme pesado con las dos cosas que me gustaría que te hubieran quedado claras: la primera, que siendo pesada, que lo es, no debemos renunciar a entender y apreciar la Historia de la lengua; la segunda, que la trilogía de Eddings es muy recomendable si quieres saber sobre un fascinante y bien trabado mundo de fantasía. Salud, y gracias.

1 comentario:

  1. Qué entrada más interesante. ¡Y qué ganas de leer la serie del Tamuli!

    Un saludo,

    Alberto

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