Minas Tirith: Ciudad de Reyes

sábado, 12 de junio de 2010

El Predicativo en 'Flint, Rey de los Gullys'

Uno de los momentos cumbre de nuestros terceros de la E.S.O. llega al abordar los análisis sintácticos. Sobre la percepción de esta “cumbre” hay diversas interpretaciones: es un momento en el que la mayoría de vosotros soléis fantasear – más – con mi muerte en atroces circunstancias, aunque intento que la sintaxis no se os atragante demasiado; para mí, habréis notado, coincide con uno de los mejores momentos del curso. Realmente me gustan los análisis sintácticos; los considero una gran herramienta para la reflexión sobre los mecanismos internos de la lengua, y me gusta mucho la enorme evolución que supone la progresión de los alumnos durante estos dos años, de las vacilaciones y errores de esos días iniciales a los verdaderos retos que superan analizando oraciones con diversas subordinadas hacia el final de 4º, poco más de un año y medio después.

En este 'post' me gustaría tratar de forma sencilla uno de los complementos verbales que introducimos en 3º y que suele dificultar vuestra tarea y conduciros a no pocos errores por su confusión con el Complemento Circunstancial de Modo: el COMPLEMENTO PREDICATIVO. Como siempre, los ejemplos los extraeremos de un volumen de fantasía épica cuyo argumento os explicaré brevemente y cuya lectura os aconsejo, esta vez sin brevedad y con mi característico entusiasmo.



El libro en cuestión, antes de centrarnos en nuestra amada y tan vilipendiada sintaxis, se llama Flint, Rey de los Gullys. Es el segundo volumen de la segunda trilogía de los Preludios de la Dragonlance, escrito por Mary Kirchoff y Douglas Niles, y narra la historia de uno de los más entrañables y hermosos personajes de toda la saga, el enano Flint Fireforge. Cinco años antes de las Crónicas – que son, para los que os adentréis en este mundo fantástico creado por Weis y Hickman, el “punto de partida” oficioso -, el grupo de compañeros que más adelante se conocerá como los Héroes de la Lanza se reúne en la posada del Último Hogar, en Solace; allí deciden separar sus caminos durante un tiempo para viajar en solitario y encontrarse de nuevo pasados cinco años. Cada uno de los compañeros tiene diferentes motivaciones para emprender esta suerte de viaje iniciático, y diferentes autores narran en las dos trilogías de los Preludios de la Dragonlance sus vivencias. Son dos trilogías – o podríamos hablar de una hexalogía – un tanto irregulares, aunque cada uno de los libros tienen aspectos buenos o recomendables; tiene que ver, opino, con el cariño que se le tiene a cada uno de los personajes, más que con la calidad literaria en sí. Así, los que menos me sedujeron fueron La misión de Riverwind, Tanis el Semielfo y, pese a que sus protagonistas me encantan, Los hermanos Majere; mis favoritos: El Guardián de Lunitari – que ya mencionamos en un post anterior -, El país de los kenders y el que nos ocupa en este momento, Flint, Rey de los Gullys.

Flint Fireforge es, puede decirse, el iniciador del grupo que luego protagonizaría las Crónicas de la Dragonlance. Enano de las Colinas, artesano de renombre, su obra llamó la atención del Orador de los Soles de Qualinost, Solostaran, que le invitó al legendario reino élfico. Allí vivió años salpicados de aventuras – recogidos en el imprescindible Qualinost, del que os hablaré otro día – y trabó amistad con Tanis el Semielfo. Años después, ambos se instalarían en Solace, el pequeño enclave de las casas en los vallenwoods, árboles gigantescos y milenarios; a los dos amigos se les unirían con el tiempo amigos de diversas razas y procedencias: el kender Tasslehoff Burrfoot, los hermanos Caramon y Raistlin Majere, la hermanastra de estos, la terrible y fogosa Kitiara Uth Matar, el solámnico Sturm Brightblade, descendiente de Caballeros...

Flint, aparentemente huraño, cascarrabias y vocinglero, pero de enorme bondad, siempre de lado de los necesitados, odia la fanfarronería y desconfía, como buen enano, de todo lo arcano; además, disfruta enormemente con una buena pelea – en la que, pese a su mediana edad en los cómputos de su raza, se desenvuelve con feroz maestría con el hacha de guerra – y una pinta de cerveza fría. Dice odiar con todas sus fuerzas a los kenders, pero aprecia enormemente – jamás reconocería este extremo ni aunque le arrancaran la barba – a Tas, con el que tantas aventuras vivió y a pesar de los innumerables atolladeros en que se vieron envueltos por su causa.

El volumen que nos ocupa, Flint, Rey de los gullys, nos lleva con el irascible enano de vuelta a su patria, Casacolina, tras décadas de ausencia; ante Tanis, Flint se justifica con la búsqueda de noticias sobre Reorx, el desaparecido dios al que los enanos veneraban antes del Cataclismo, pero el astuto semielfo entiende que la nostalgia de su hogar y las ganas de volver a ver a su familia son los que realmente empujan los pasos de su viejo amigo enano. En este libro veremos a Flint en compañía de su familia, el numeroso clan Fireforge, los descendientes de uno de los paladines de los Enanos de las Colinas en las guerras de Dwarfgate; sin embargo, pasada la inicial alegría del reencuentro, dos funestas noticias ensombrecerán el ánimo del protagonista: por un lado, la muerte de su hermano mayor, Aylmar, en la forja y por otro, el trato al que han llegado las autoridades del enclave con los Enanos de las Montañas, los ancestrales enemigos de los Enanos de las Colinas. Después el autor nos guiará por la vida cotidiana de los enanos de las Colinas, sus costumbres, organización familiar, afición por la bebida y el compadreo social en las tabernas, sus ruidosas comidas... La trama girará en torno a una conspiración que tendrá su origen nada menos que en Thorbardin, la patria ancestral de los Enanos de las Montañas; Flint pronto averiguará que las circunstancias de la muerte de su hermano son oscuras, y se verá abocado a una serie de acontecimientos donde participarán su compungido sobrino, una hermosa y apasionada enana de las montañas, un malévolo hechicero theiwar, emisarios de un oscuro Señor que está formando un ejército en Neraka y, por supuesto, toda una tribu de gullys, los inmundos enanos aghar considerados por todos – Flint el primero y más vehemente de ellos – la escoria de Krynn.



Esbozado el argumento del libro del que extraeremos los ejemplos, no puedo dejar de recomendaros su lectura deseando que os guste al menos tanto como a mí; y, cumplida la primera parte, retomaremos el objeto primigenio del post: el repaso del complemento predicativo y su correcto análisis sintáctico.

Primero, recordemos el concepto: el complemento PREDICATIVO es un sintagma adjetival que califica al sustantivo al que acompaña – puede ser el Sujeto, lo más habitual, pero también el CD o cualquier función que pueda desempeñar el SN en cuestión – pero, a su vez, también modifica al verbo.

Lo fundamental es que recordemos su naturaleza adjetival, para diferenciarlo del CCM. En el caso del circunstancial de modo, su naturaleza deberá ser siempre adverbial.

El PREDICATIVO más común “responde” a la pregunta “¿Cómo?” que le hacemos al verbo, exactamente igual que el CCM: la diferencia es que nuestro predicativo – que, además de modificar al verbo, califica a un SN – CONCUERDA con el SN al que acompaña en género y número. El CCM no se modifica por mucho que le cambiemos el género o el número al SN, a causa de su naturaleza adverbial.

Veámoslo con ejemplos extraídos de Flint, Rey de los Gullys:

Basalt gateó aterrado por la fangosa orilla, y se quedó allí tendido, perdido el ánimo por completo.

(responde a “¿cómo gateó Basalt?”. El segundo responde a “¿cómo se quedó?” Si cambiamos el número del Sujeto:)

Flint y Basalt gatearon aterrado por la fangosa orilla, y se quedaron allí tendido, perdido el ánimo por completo*.

(La frase es incorrecta, porque los PREDICATIVOS exigen concordancia en género y número con el SN al que complementan:)

Flint y Basalt gatearon aterrados por la fangosa orilla, y se quedaron allí tendidos...

Otros ejemplos de Predicativos extraídos del libro:

El nigromante se quedó inmóvil, como si hubiera echado raíces en el suelo...

Cuanto más pensaba en ello, tanto más crecía su regocijo, y mientras reía alborozado, la bestia se acercaba más y más.

Veamos ahora un Complemento Circunstancial: pese a responder a la misma pregunta (¿cómo?), recordad, 1) no tiene naturaleza adjetival y 2), no concuerda en género y número con el SN, pues solo modifican al verbo.

Los arroyos fluían con caótico abandono desde las alturas...

(responde a “¿cómo fluían?” --- pero al cambiar el número del sujeto:)

El arroyo fluía con caótico abandono desde las alturas...

(no hay concordancia alguna, por lo que es de naturaleza adverbial, es decir, un CCM).

La misma situación se repite en ejemplos tales como:

Los otros Enanos de las Montañas miraban a los derros con temor y gran desagrado.

Pasó junto a Flint y dejó caer su pesada carga sin ninguna ceremonia a los pies de Perian.

Normalmente, son mucho más numerosos los CCM que no los Predicativos, por lo que conviene recordar los sencillos pasos que hemos estudiado para saber diferenciarlos. Como siempre, espero que os haya quedado claro y que os animéis a sumergiros en este estupendo libro. Salud.


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